La operación consistía en regalar billetes de avión para viajar por Europa a cuantos se manifestaran en la Plaza de Cataluña, en Barcelona, con pancartas contra Iberia, explicando por qué prefieren a Ryanair.
Cuando el número de manifestantes llegó a 300 se presentaron, sobre las 11 horas, los responsables de marketing de Ryanair para repartir los billetes gratuitos. El público se impacientó y trató de arrebatarles los documentos. La situación se hizo insostenible hasta el punto de que fue necesaria la intervención de los Mossos d’Esquadra… Etcétera, etcétera.
Acción promocional chocante, que supone aplicar al pie de la letra aquello de marketing de guerra. Cuando no se digiere bien este concepto los resultados no se hacen esperar, el bumerán es el premio a la torpeza. El marketing de guerra va dirigido a los competidores de los que hay que conocer bien sus fortalezas y sus debilidades y a los que hay que aniquilar, más o menos como en las guerras militares.
Una acción bélica, sí, pero con una estrategia empresarial diseñada con mayor finneza que la utilizada por Ryanair en la Plaza de Cataluña para debilitar al competidor y arrebatarle su clientela. Esto si que es marketing de guerra, lo demás son payasadas.
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