Uno más

Y un largo etcétera de preguntas, respuestas, chismes y especulaciones para todos los gustos, algunos buenos, otros no tanto. La

Y un largo etcétera de preguntas, respuestas, chismes y especulaciones para todos los gustos, algunos buenos, otros no tanto.

La parte social impecable, pero empieza a ser notorio el deseo colectivo de elevar el tono, de asegurarse contenido en las diferentes ponencias que, en una gran mayoría, buscan medallas y notoriedad de marca, aunque el GRP de la profesión ya no traga. Todos encantados con que la medalla caiga en el pecho del que hace aportaciones interesantes, se compromete y compromete pronósticos, modelos o soluciones, pero es que de eso hay poco. Cada vez con más insistencia nos encontramos verdaderos cánticos egocéntricos que se autoglorifican y venden sin pudor productos y servicios que todos rechazan de plano.

En mitad de una de esas ponencias sin sentido (la de Siemens para más señas y sufridores de la misma) a un grupo se nos ocurrió una solución acorde con los tiempos, tecnología y procedimientos ya implementados: la audiencia interactiva. La cosa es simple: cada asistente tiene un mando que registra la entrada a la sala y que cuenta con un botón rojo: si el 51 por ciento de los asistentes pulsa el botón rojo, el micrófono queda en silencio, el proyector se desconecta y el ponente sabe, con certeza, que la sala le ha rechazado sin piedad. Práctico, exigente, sofisticado y, sobre todo, eficaz a la hora de asegurarnos contenidos interesantes, respeto a los tiempos y un escrupuloso respeto al programa oficial. Incluso podríamos estar seguros de que las tres interesantes se van a disfrutar con ganas y de que la actividad social se podría ejercer sin sentimiento de culpa por abandonar la sala.

Una idea.

(*) Juan Manuel Beltrán es director de compra en Mediacom.