Bienvenido a las Ciencias de la No Comunicación

Hoy voy a trasladar una anécdota que, por anécdota, no deja de evidenciar la gravedad de la situación. El otro

Hoy voy a trasladar una anécdota que, por anécdota, no deja de evidenciar la gravedad de la situación. El otro día, en una bienvenida al claustro de nuevos profesores por parte de la universidad donde imparto clases, sucedió lo siguiente. En la rueda de preguntas posterior al alentador discurso de presentación, una compañera que imparte clases en licenciatura que en este momento no recuerdo con exactitud puso en su boca un pensamiento colectivo y generalizado de todos los que estábamos en la sala y, por extensión, en cualquier sala en la que se hable de la preocupación por la formación de nuestros jóvenes futuros profesionales. El pensamiento era el siguiente: “Señores, mis alumnos de tercero (hablamos de personas con 20 años de edad, como mínimo) tienen graves problemas para comunicarse. No tienen la capacidad de expresar sus ideas en público, mucho menos aún ante una audiencia, pero, lo que es peor, su nivel de redacción es tan bajo que difícilmente puedes seguir una línea argumental en lo que escriben. En lugar de impartir mis clases normalmente, he de hacer un esfuerzo extra añadiendo al temario regular ejercicios que refuercen su capacidad de expresión”.

En ese momento, tal era mi grado de identificación con lo que decía que no sabía si quien hablaba era ella o yo mismo. Nos estamos refiriendo a alumnos de más de veinte años, con formación superior y universitaria, pero con el nivel de un alumno de quince de hace un par de generaciones. Lo cierto es que la aprobación del auditorio a su comentario fue unánime. No son casos aislados. No se trata de un segmento de estudiantes problemáticos o descarriados. Hablamos de la gran media nacional en cualquier disciplina. Más duro de digerir aún cuando estamos en pleno proceso de estandarización de la enseñanza superior con el nuevo plan de estudios universitarios, el cual nos pondrá al nivel de nuestros vecinos comunitarios.
¿Qué sucede cuando, además, trasladamos el fenómeno a lo que conocemos como Ciencias de la Comunicación o de la Información? Pues que la gravedad del hecho se multiplica enormemente. Las personas que tengo en mis clases son futuros periodistas, publicitarios y profesionales de la comunicación en general, personas llamadas a ser los profesionales de la información y la comunicación. ¡Upps!, traguemos saliva y continuemos. Inevitablemente la reflexión de mi compañera nos lleva a esta otra: ¿dónde está el problema? Y sobre todo, ¿hay algo que se pueda hacer?
Creo que la respuesta a esta cuestión está muy lejos de los estudios actuales preuniversitarios y muy cerca de un cambio radical en la enseñanza que están recibiendo las futuras generaciones. La desidia y el conformismo están llevando a nuestros jóvenes, sin capacidad de decidir, a la más absoluta falta de conocimiento. Y, todo ello, gracias a nosotros.

Señores, bienvenidos a la era de las Ciencias de la No Comunicación

(*) Jorge Calvo es presidente y director creativo de BrainstantSoup.