La tecnología RFID, las redes wifi privadas y las aplicaciones móviles se han convertido en las herramientas idóneas de los festivales para obtener información de los asistentes. ¿El objetivo? Personalizar la experiencia vivida en este tipo de eventos.
Los próximos días 18, 19 y 20 de julio Barcelona acogerá el Sónar, el festival de música electrónica y experimental que este año celebra su 26º edición. Se espera que el mismo resulte también el espacio donde la tecnología ayude a la organización a conocer el perfil de sus asistentes. Ya lo hizo el año pasado. Según datos de la empresa proveedora, se repartieron 60.000 pulseras equipadas con tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID), que permitían a los usuarios realizar pagos sin necesidad de llevar efectivo.
La misma tecnología que desde 2015 emplea también el festival de música estadounidense Cruilla, y que origina que los asistentes aumenten su partida de gasto durante el evento. Un 15% más, en concreto.
Esta tecnología permite asimismo identificar a cada usuario y hacerlo a un coste reducido y sin necesidad de consumir mucha energía. De acuerdo con Xavier Vilajosana, catedrático de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), las pulseras RFID contienen una especie de etiqueta que integra un chip con identificador único y una pequeña antena.
“No necesitan batería para funcionar, ya que cuando un lector les envía una onda electromagnética, la etiqueta la capta y la onda se transforma en energía”, señala.
La instalación de una red wifi privada y el uso de la ubicación en la aplicación de un festival también posibilita saber los lugares que más frecuentan los asistentes. Una información que complementaría los datos que ceden a la empresa organizadora. “Ya sea en el momento de comprar la entrada, vincular la pulsera RFID a un usuario y número de cuenta, conectarse al wifi o descargar la aplicación”.
Con esta información, festivales como el Cruilla ofrecen ya servicios personalizados, como invitar a pastel y cava a aquellos asistentes que celebran su cumpleaños o aplicar un descuento a los que han asistido en anteriores ediciones.
Sin embargo, Vilajosana también recuerda la necesidad de iniciar “un debate social acerca de si el cliente debe poder decidir si quiere asistir a un acto o disfrutar de unos servicios sin ceder sus datos”, ya que en un futuro, señala, se debería caminar hacia un desempoderamiento de aquellos que “controlan la tecnología digital”.