El consumidor joven, perteneciente a las generaciones millenial y Z, se ha convertido en un motor de innovación para las marcas de belleza. Un mayor uso de las redes sociales, una pandemia de coronavirus que ha acelerado la digitalización de las enseñas y las propias características de este público han llevado a las marcas consolidadas a replantear sus estrategias y a las nacientes, a verse impulsadas gracias a su acierto. Innovación, por tanto, y un mayor trabajo en la activación del propósito y en el cuidado del vínculo con el consumidor. Porque los valores y el impacto positivo puntúan cada vez más en la decisión de compra.
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