¿Quién teme a la Inteligencia Artificial?

"Como en la Biblioteca de Babel, parece que la Inteligencia Artificial nos entregará un elevadísimo porcentaje de producción informativa irrelevante si no sabemos buscar los libros correctos en el laberinto. En cualquier caso, la gran pregunta a corto plazo es si la IA nos va sustituir en nuestro puesto de trabajo o dejar obsoletos en cuestión de pocos años". Un artículo de Antonio Asencio, director de comunicación y estrategia de Sigma Dos.

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Antonio Asencio, director de comunicación y estrategia de Sigma Dos.

En su célebre cuento ‘La Biblioteca de Babel’, Borges describe una biblioteca infinita que contiene todos los libros posibles, escritos en todas las lenguas imaginables, existentes, extinguidas o imaginarias. Debido a su naturaleza caótica y aleatoria, la mayoría de los libros de la biblioteca fantástica de Borges son inútiles o incomprensibles. Solo unos pocos volúmenes, difíciles de encontrar, podrían contener información útil y valiosa.

Como en la Biblioteca de Babel, parece que la Inteligencia Artificial nos entregará un elevadísimo porcentaje de producción informativa irrelevante si no sabemos buscar los libros correctos en el laberinto. Esto es así porque, aunque sea una especie de cerebro infinito en línea, la IA no tiene garantizada una capacidad tan intrínsecamente humana como la comprensión del contexto o la intencionalidad de las preguntas y de las decisiones. Seremos nosotros, con nuestro manejo de esta poderosa e innovadora infotécnica, quienes dotaremos de sentido a las preguntas y respuestas del chat GPT y otros modelos de IA. Nuestra es, además, como señalan Yuval Noha Harari y otros pensadores, la responsabilidad de dotarnos de un marco legal y ético que prevenga a la IA de convertirse en un arma contra nuestros fundamentos sociales y democráticos básicos.

Aunque sea una especie de cerebro infinito en línea, la IA no tiene garantizada una capacidad tan intrínsecamente humana como la comprensión del contexto o la intencionalidad de las preguntas y de las decisiones

En cualquier caso, la gran pregunta a corto plazo es si la IA nos va sustituir en nuestro puesto de trabajo o dejar obsoletos en cuestión de pocos años. Tenemos a nuestra disposición la VI Encuesta de Percepción Social de la Innovación en España, realizada por la Fundación Cotec y Sigma Dos, con una muestra de 7.587 entrevistas que permite desagregación por territorios y cuyos resultados fueron presentados el pasado mes de abril en San Sebastián por la presidenta de COTEC, Cristina Garmendia; el director de economía de COTEC, Aleix Pons y el director de investigación de Sigma Dos, Miguel de la Fuente. Según este estudio, el reciente auge de la Inteligencia Artificial en España, acelerado por tecnologías emergentes como ChatGPT, no asusta actualmente a la mayoría de los españoles. De hecho, el 51% de los ciudadanos confía en que la revolución tecnológica creará más puestos de trabajo de los que destruirá. Además, el estudio muestra que la mayoría de las personas también considera que la tecnología reducirá la duración de la jornada laboral (56 %), mejorará el equilibrio entre la vida laboral y personal (53 %) y reducirá la brecha de género en el empleo (53 %).

El reciente auge de la Inteligencia Artificial en España, acelerado por tecnologías emergentes como ChatGPT, no asusta actualmente a la mayoría de los españoles

Somos más optimistas a nivel individual que con la sociedad en su conjunto (algo muy característico, por otra parte, de la sociedad española y que se plasma de manera recurrente en las encuestas de percepción de la economía: vemos mejor la nuestra que la del país). Así, mientras dos tercios (63%) de la población activa opina que la mayoría de los puestos actuales serán sustituidos por máquinas en un plazo de 15 años, cuando se les interroga en particular por su propio trabajo, solo un 12% piensa que las tareas que desempeña podrán automatizarse. Entre quienes menos temen a las máquinas hay diferencias en función de la profesión. Creen menos en que los robots y las máquinas podrán hacer su trabajo de aquí a 15 años quienes desempeñan empleos que implican tratar con personas (64%), que los que manejan máquinas (54%) o se dedican a procesar información (48%).

Creen menos en que los robots y las máquinas podrán hacer su trabajo de aquí a 15 años quienes desempeñan empleos que implican tratar con personas (64%)

Jeremy Rifkin, teórico económico y social estadounidense conocido por su teoría sobre el fin del trabajo, sostiene que la automatización y la digitalización en el mercado laboral están generando una «tercera revolución industrial» que transforma radicalmente la naturaleza del trabajo y de la economía global. Rifkin defiende que la economía está cambiando de un modelo centrado en la producción a uno centrado en la información y los servicios, lo que requiere habilidades y conocimientos especializados.

Un futuro laboral automatizado

En este sentido, cabe preguntarse cómo nos estamos preparando para afrontar ese futuro mercado laboral automatizado. De nuevo surge el mismo tipo de aparente contradicción entre el optimismo individual y el pesimismo social. En este caso, son amplia mayoría los trabajadores que opinan que la sociedad española no se está preparando bien para encarar ese futuro (70%), pero ellos sí lo están ya (61%).

Pero si precisamos la pregunta y la orientamos hacia un futuro dominado por la tecnología, la cosa cambia… a peor. Resulta preocupante que un 34% de la población activa, cerca de siete millones de trabajadores, declare no sentirse capacitado para competir en un mercado laboral dominado por la tecnología. Esta percepción negativa está estrechamente ligada al nivel de estudios. Dicen no sentirse capacitados para ese futuro laboral el 61% de los que no tienen estudios, el 40% de quienes tienen estudios medios y el 22% de los que tienen estudios superiores.

Un 34% de la población activa, cerca de siete millones de trabajadores, declare no sentirse capacitado para competir en un mercado laboral dominado por la tecnología

La brecha de género, como en tantos aspectos de nuestra vida, aflora también aquí.  Hay mayor pesimismo sobre las propias capacidades laborales tecnológicas entre las mujeres trabajadoras (39%) que entre sus compañeros varones (29%). Las mujeres, por cierto, también confían mucho menos que ellos en que la tecnología vaya a reducir la brecha laboral de género (39% frente al 48%).

Conviene actuar rápido en el ámbito de la educación. La confianza en que el sistema educativo esté preparando bien a las futuras generaciones de trabajadores para ese mercado laboral dominado por la tecnología alcanza en la encuesta su mínimo histórico (15%), cinco puntos porcentuales menos que un año atrás. Si tuviéramos que quedarnos con una lección de esta nueva edición de la encuesta de COTEC y Sigma Dos sobre la percepción social de la innovación en España, que ya cumple seis años y se ha convertido en el estudio referencia, es, por tanto, la necesidad urgente, como sostiene Rifkin, de empezar a adaptarnos todo lo rápidamente que seamos capaces a una economía y una realidad que nunca volverán a ser iguales. De redoblar el esfuerzo en una educación, desde las primeras etapas hasta la formación continua de los trabajadores y trabajadoras.