A pesar de su alta tasa de apertura, la publicidad por SMS y las notificaciones automáticas se alzan como los canales de información que menos gustan a los usuarios. A la hora de recibir comunicaciones comerciales prefieren, en cambio, el correo electrónico y los anuncios móviles.
Así lo señala el último estudio de la agencia Ogury, ‘The Reality Report’, donde analiza el punto de vista de los consumidores en relación al marketing y la publicidad móvil, tras haber entrevistado a nivel global a más de 287.000 usuarios. El informe destaca, en concreto, que el 82% prefiere recibir mensajes de marketing a través de anuncios móviles o emails. Y tan solo el 18% elige las alertas telefónicas – estas son, los mensajes SMS y las notificaciones móviles-.
Pero el hecho de preferir las creatividades publicitarias que aparecen en una aplicación o una página web móvil no significa que, en realidad, gusten. Así ocurre con los usuarios españoles. El 75% opina que los mensajes de marketing dirigidos resultan molestos frente al 11% que los considera útiles. Un 14% los ve útiles y molestos. Y un 61% afirma que los mensajes intrusivos e irrelevantes dan una mala opinión de la app o web que los hospeda.
A nivel global, los datos apenas varían. Un 77% ve este tipo de publicidad molesta, un 10% útil y un 13%, útil, pero molesta.
Informar al usuario
Para combatir la incomodidad de los usuarios ante los anuncios móviles, desde la agencia recuerdan a las marcas la necesidad de fijarse en los resultados comerciales a largo plazo y ofrecerles información acerca de cómo utilizan las compañías sus datos.
“Si los usuarios ven alguna forma de intrusión, se sentirán molestos independientemente de la relevancia del mensaje que reciban. Marcas y medios tendrían que ofrecer siempre a los consumidores opciones claras y justas”, señala Gonzalo Figares, director general en España de la compañía.
Pone como ejemplo, ‘aceptar recopilar datos anónimos para recibir marketing customizado’, ‘rechazar compartir datos y recibir anuncios relevantes’ o que el usuario pague un precio por hallarse en un entorno en el que no se recojan datos.