A mediados de los 50 del pasado siglo Norbert Wiener, el padre de la cibernética, expresó: “Hemos modificado tan radicalmente nuestro entorno que ahora somos nosotros los que hemos de modificarnos para poder existir dentro de él”.
Que una mente privilegiada del siglo pasado expresara tan lúcidamente lo que nos ocurre hoy refiriéndose a su tiempo, da pavor y ternura a partes iguales. Faltaban más de 30 años para un incipiente internet y 50 para el nacimiento de las RRSS… ¿Qué diría hoy el bueno de Norbert al contemplar el Metaverso o el poder de las fake news?
Llevamos más de una década en marketing diciendo que hemos de poner a las personas en el centro de nuestra actividad… lo que no significa que contáramos con ellos realmente. Hubo una especie de “despotismo tecnológico”, todo para el pueblo sin (salvo su rastro digital) el pueblo.
Los departamentos de UX, minería de datos, los algoritmos, la IA al servicio del big data… os suena todo, ¿verdad? Pero en ese camino, por adelantarnos a las necesidades del “buyer-persona” (consumidor quedó “demodé”), por ese afán de saber cuál sería su próximo paso y diseñarle una experiencia de marca ad-hoc, empezamos a cruzar líneas rojas.
Vivimos ahora los últimos coletazos de las 3rd party cookies y andamos ocupados en las soluciones que nos salven del apocalipsis cookie. Pero todo es pendular, ahora hay un renacer de la identidad, de la toma del poder por parte del individuo, (no os perdáis Privacidad es Poder de Carissa Vélez), de darle valor y voz a las minorías y de hacer a las empresas partícipes y responsables de sus valores y actos en la sociedad.
¡Bienvenidos nuevos tiempos!
Estos convulsos cinco últimos años en los que se han desarrollado la IA hasta extremos nunca vistos, la computación, las extensiones personales con wearables y el auge del IOT… nos han traído, tanto el escándalo de Cambridge Analytica y la mutación de Facebook al Metaverso, como el desarrollo de la GDPR y el movimiento “BLM”.
En estos cinco años hemos bajado al infierno de la manipulación y tocado el cielo del nacimiento de la identidad, de la privacidad y los exigibles valores a gobiernos y empresas que se relacionan con nosotros. Y todo con repercusión mundial gracias a la tecnología.
La privacidad, la ética en las acciones, el respeto a las diferencias identitarias, la sostenibilidad… son movimientos surgidos desde la perspectiva humanista usando la tecnología para expandirse y que son la réplica al “lado oscuro”: Green Washing, fake news, negacionistas en general y todo lo que medra donde no hay educación, sentido crítico y humanismo, en definitiva.
Hoy caben en los algoritmos que pronostican nuestra actividad, tanto la psicología como la ética, la filosofía del lenguaje y la economía conductual. Las empresas buscarán al filósofo -programador como Platón anhelaba a su filósofo -rey.
Desde Mindshare, hemos puesto el foco en esta nueva visión más humanista. Lo hemos denominado “Good Growth” y es poner por delante los valores. No todo crecimiento es bienvenido. Podemos ayudar a las empresas y clientes a enfocarse en dar soluciones sostenibles, acciones con propósito y con parámetros éticos. Hemos creado una calculadora de huella de carbono para medir el impacto de la comunicación, una herramienta que analiza el riesgo ético de la data que utilizas en función de su procedencia y composición, hemos realizado PMP para “hackear algoritmos” y que ciertos colectivos puedan recibir la atención y presupuestos publicitarios que merecen por su labor identitaria. Hemos utilizado la tecnología para dar un propósito a nuestras acciones y poder acompañar a nuestros clientes en su camino.
¿Y el futuro? ¿Qué nos depara la relación Humanismo y tecnología? Pues discusión y de la buena. El foco en el futuro está ahora en si una inteligencia artificial puede terminar pensando y tomando decisiones clave por nosotros. Preocupa si las máquinas llegarán a tener sentimientos y para algunos, si ese momento va a llegar antes de que colapsemos el planeta en esta era del Antropoceno (se llama así porque es la primera vez en la que la humanidad puede influir de verdad en el devenir de nuestro entorno).
Lo cierto es que en cualquiera de las opciones que nos salven como especie estarán: la inteligencia, la educación, la dialéctica, la ética y todas las herramientas que el Humanismo esgrime para transformarnos a nosotros mismos para existir dentro de este entorno.
Mientras haya trazas de humanidad en lo que hagamos, la transformación será un éxito. ¡No te preocupes Norbert, todo irá bien!
Texto de Luis Felipe González, partner client leadership de Mindshare Spain.