Google publica los primeros resultados de las pruebas con Privacy Sandbox

La compañía ha probado el rendimiento de las etiquetas FLoC, que agrupan a los usuarios en función de sus intereses, sin ser identificados. Espera, sin embargo, impulsar más pruebas con otras firmas de ‘ad-tech’ para evolucionar hacia una solución desarrollada de forma conjunta, en un tiempo en el que la multinacional afronta una demanda por parte del Departamento de Justicia de EE.UU por prácticas monopolísticas.

Google ha publicado en la plataforma GitHub los resultados de las primeras pruebas realizadas en Privacy Sandbox, la propuesta del gigante tecnológico para sustituir a la cookie de terceros a favor de la privacidad del usuario, al tiempo que aspira a mantener la eficacia de la publicidad segmentada. 

En concreto, las pruebas se han realizado sobre las llamadas FLoC (siglas en inglés de aprendizaje federado de cohortes), que son etiquetas equipadas con cadenas alfanuméricas que agrupan a usuarios en función de sus intereses. Para realizar los cohortes, dichas etiquetas emplean algoritmos de machine learning en los dispositivos para identificar navegantes que tienen un comportamiento de navegación común. 

La compañía se ha mostrado satisfecha con los primeros resultados. Según los datos compartidos, los FLoCs han generado una mejora de casi el 350% en recuperación (recall) y un incremento del 70% en precisión sobre una asignación aleatoria de usuarios

En estas pruebas, el equipo desarrollador de Chrome también ha buscado asegurar el llamado k-anonimato, esto es, un modelo que asegura que los datos anonimizados no puedan ser reidentificados y, por tanto, no se pueda poner nombre y apellidos a los usuarios de dentro de un cohorte. 

En el proceso de testeo, la compañía ha indicado que ha estado probando varios clústeres de algoritmos, diferentes asignaciones de cohortes, definiciones y tamaños, con información pública y de la multinacional. Respecto a este último factor, asegura haber realizado pruebas con grupos de cinco personas hasta con un máximo de 5.000

Según ha explicado Chestna Bindra, senior product manager para la confianza, privacidad y transparencia del usuario de Google, su propuesta, Privacy Sandbox, “ha sido diseñada para asegurar que nos movemos de la identidad 1-to-1. El cambio hacia la agregación y los cohortes servirá como la creación de APIs que preserven la privacidad y que permitan una publicidad basada en intereses mientras que previene la monitorización de páginas”. 

Google, abierta a participar

Bindra ha asegurado, asimismo, la intención del gigante tecnológico de poner en marcha más experimentos – no solo relacionados con las etiquetas FLoCs-, junto con las compañías de ad-tech que participan en el grupo de trabajo del Consorcio World Wide Web (W3C), Improving Web Advertising Business Group (Grupo de Empresas de Publicidad para la Mejora de la Web, en inglés), formado por 134 organizaciones y en las que, además de Google, participan Apple, Amazon e IAB Tech Lab. 

«Queremos discutir estas cosas en su estado inicial, tanto en términos de desarrollo y testeo, para que pueda hacerse en un foro abierto», ha subrayado Bindra. «Esto es una llamada a la discusión así como a la acción, y el punto inicial para la comunicación». 

Sin embargo, la comunicación entre las compañías del grupo y la firma de Mountain View se han mostrado tensas en los últimos meses, siendo su reciente expresión, la negativa por parte del equipo de Chrome el pasado marzo de retrasar la retirada de la cookie de terceros por la pandemia de coronavirus que solicitaba las empresas del consorcio. 

Al mismo tiempo, la compañía se enfrenta a la demanda presentada esta semana por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, quienes le acusan de abusar de su posición para mantener un monopolio ilegal sobre la búsqueda y la publicidad de búsqueda. Las prácticas anticompetencia alegadas a Google, explican, son “especialmente perniciosas porque niegan a los rivales escalar para competir de forma efectiva y frustran la potencial innovación”. 

La compañía ya había sido multada en Europa por las mismas prácticas en 2018, donde se requirió a la multinacional un total de 9.000 millones de dólares.