Llegó el final de año y con él el tradicional análisis de errores y aciertos en las estrategias e iniciativas llevadas a cabo durante el mismo.
En un año “normal”, realizar este ejercicio de valoración es relativamente fácil. Analizas los datos, comparas con años anteriores y con el objetivo que te marcaste para este año y obtienes una conclusión.
Como decía,… en un año normal. Pero este 2021 no lo ha sido.
El marco de referencia del que partíamos y que nos ha servido para valorar este año ha sido el 2020. O lo que es lo mismo, un año totalmente atípico en el que solo había un objetivo: sobrevivir.
En un sector como el de eventos, que ha sufrido igual o más las restricciones de actividad que el sector ocio y restauración, este objetivo fue especialmente ambicioso. Pero lo hemos conseguido.
El 2021 se planteaba como el año de la recuperación. Pero la realidad es que este año puede que haya sido incluso peor que el 2020 porque se ha incluido en la ecuación un factor con el que no contábamos: la falsa expectativa.
De una recuperación prevista desde los primeros meses del año, la realidad es que ésta se ha empezado a notar, significativamente, a partir de mediados de año y, sobre todo, en el último trimestre. Ha sido un “que viene el lobo” pero sin terminar de llegar, lo que ha provocado mucha frustración e incertidumbre.
Formato presencial a precio de digital
La recuperación, además, ha venido de manera caótica, de golpe, con muchas prisas y con un hándicap añadido: los clientes han vuelto al formato presencial pero equiparándolo económicamente con el formato digital. Mal…
La buena noticia es que el año acabó. La frase más común entre los profesionales del sector era “hay que aguantar el último tirón y ya”. Es casi como si el final del año 2021 se hubiera planteado como una catarsis, tras la cual, todos vamos a renacer.
¿Y cómo será ese “renacimiento”? ¿Cómo serán las agencias de eventos del 2022?
Más comprometidas: no solo con su entorno y con el efecto que tiene su actividad en el mismo, sino también comprometidas con la realización de eventos sostenibles. Esto, que lleva resonando ya un tiempo, es, para el 2022 una realidad sin vuelta atrás. Aquellas agencias capaces de ofrecer consultoría y asesoramiento para eventos sostenibles y que cuenten con las herramientas adecuadas para llevarlos a cabo contarán, sin duda, con un valor diferencial para los clientes.
Con filosofía “all in house”: Idea, diseño y producción unidos de la mano en un mismo espacio. Esta fusión garantiza que la calidad esté controlada de principio a fin, que lo que se plantee desde los departamentos de diseño sea siempre viable y que se garantiza la agilidad en todo el proceso.
Con mentalidad híbrida: Los eventos digitales seguirán vivos durante el 2022 y se fundirán con los eventos presenciales. Por eso, la mentalidad híbrida debe mantenerse. Todos los departamentos implicados en el desarrollo de un evento deben seguir pensando en ambos mundos y en cómo integrarlos desde su propia área de actuación: creatividad, producción, logística, contenidos, audiovisual…
Con un equipo especializado por áreas, pero flexible: Contar con un equipo experto en las diversas áreas que comprenden el desarrollo de un evento es fundamental para poder ofrecer un servicio profesional que responda a la necesidad “llave en mano” de los clientes. Sin embargo, si hay algo que nos han enseñado estos dos años de pandemia, es que nada permanece inamovible y que, agencias y profesionales, debemos estar preparados para fluir con los cambios y ser flexibles para adaptarnos a escenarios volubles.
Esta es la teoría, pero me temo que el 2022 todavía nos guarda algunas sorpresas, así que, no nos queda más que atarnos los cinturones y disfrutar del viaje sorpresa.