No es la primera vez. Pero esta parece que va en serio. Este año una buena parte de los diarios están apostando por los muros de pago. Con modalidades diferentes, todos parecen dispuestos, por fin, a poner en valor sus contenidos y, de alguna manera, cobrar por ellos. Tras un primer intento frenado por la pandemia, parece que el “todo gratis” en Internet se acaba también para la prensa.
Puede ser un buen momento. Si Spotify ya nos acostumbró a pagar por el audio (primero la música, ahora también los podcast) y Netflix y sus competidores a pagar por el audiovisual, puede haber llegado la hora de que paguemos también por el contenido escrito y por las ideas.
Visto desde el otro lado ¿justo ahora, en plena crisis económica, cuando tendremos menos dinero para pagar por esos contenidos? Incluso ¿no será ya tarde cuando la prensa ha perdido una gran parte de su credibilidad a base de noticias sensacionalistas y titulares engañosos a la búsqueda del click bait?
«¿Justo ahora, en plena crisis económica, cuando tendremos menos dinero para pagar por esos contenidos?»
Y desde el primer momento en que se pusieron en funcionamiento esos nuevos muros de pago nos hemos encontrado con la tradicional guerra de cifras. Cada pocos días un diario muestra su cifra de suscriptores, mayor que la de unos días antes (lógico al principio del proceso) y mayor que la de sus competidores (innecesario, salvo para alimentar la clásica guerra de los egos, a ver cual la tiene más grande).
«Lo peor es que esas cifras no sirven para nada más que para alimentar esos egos si, como ocurre hasta ahora, son cifras de parte, que nadie audita y, seguramente, medidas con un criterio diferente en cada caso»
Si, como espero, este movimiento hacia el pago y las suscripciones se consolida, el medio tendrá que hacer un esfuerzo para conseguir credibilidad para esas cifras. Y si el mercado publicitario valora más, como debería, a un suscriptor fidelizado que a un lector casual llegado en paracaídas desde un enlace cualquiera, debería exigir la validación de las cifras de suscriptores; el sector tiene desde hace muchos años organismos como OJD que se encargan de este tipo de tareas. Puede ser una buena ocasión para revitalizar a un clásico.
Haría falta tener claro qué es lo que se quiere medir, definir los conceptos (a partir de qué cantidad se considera suscriptor de pago, cuál es el periodo de referencia, qué relación se establece, o no, con el número de suscriptores o lectores en papel o en la versión digital duplicada del papel,…). Pero justo este tipo de cosas son las que domina la OJD.
Sería una buena noticia que el mercado decidiera caminar en esta dirección.