¿Dónde está Wally?

Hubo un tiempo en el que las masas dominaban las mesas y las cruces de los ópticos mataban millones de

Hubo un tiempo en el que las masas dominaban las mesas y las cruces de los ópticos mataban millones de espectadores con sólo un displicente gesto del más inexperto júnior. Ahora la cosa se ha complicado, se complicará mucho más en el transcurso de los próximos tres años, y en media docenita, la cosa puede convertirse en una merienda de negros, con depresiones y crisis de ansiedad incluidas.

Los anunciantes han descubierto el poder adquisitivo de los jóvenes, pero esos extraños seres han desaparecido de las curvas de audiencia. El famoso core target se plantó, hace años, en el umbral de los 45 y los seres vivos que se colocaban por encima de esa edad, malvivían a la espera de la enfermedad terminal y el desconsuelo de sus deudos.

Pues bien, me gustaría polemizar con esos targets y comentar un par de asuntos:
1. Esos jóvenes hiperconsumistas se encuentran sometidos, en su mayoría, a la tiranía de contratos más o menos legales, constituyen un núcleo de deseos más que de realidades, a pesar de esos emboscados de cerca de 30 años que, con un buen sueldo, permanecen en el pensionado paterno a la espera de tiempos aún mejores. Los que de verdad están a tortas con la vida, suelen tener bastante con sobrevivir y pagar deudas.

2. Los mayores de 45, antaño prejubilados, están en plena pelea, tienen una posición más o menos estable y se permiten ciertos lujos (siempre que hayan conseguido extirparse el tumor de los emboscados caseros) impensables hace 20 años. En los Estados Unidos constituyen por sí solos uno de los mercados más importantes, con cruceros específicos para pasajeros de más de 60, con buenas pensiones y una capacidad de ocio que en España empezamos a vislumbrar en la lejanía.

Conclusión: que alguien encuentre a Wally y nos cuente en que universo habita y que otros se dediquen a descubrir el poder de consumo de esos ancianos de 55 años, muchos de los cuales pueden estar viendo la vida desde la tranquilidad de un coche de alta gama o desde la ventana de una casa sin hipoteca.

(*) Juan Manuel Beltrán es director de compra en Mediacom.