Desde mi atalaya: No todo el mundo es como yo

Todavía son menos las personas que se conectan cada día a Internet que las que ven televisión generalista. ¡Un cuarto de siglo después! Y nos dicen, nos siguen diciendo, que la Televisión se muere.

Eduardo Madinaveitia
Eduardo Madinaveitia.

O como nosotros.Cuando llegó Internet, hace ya un cuarto de siglo, todo pasó a ser digital, al menos para algunos analistas.

Luego, cuando se empezaron a hacer análisis resultó que apenas un 1% de la población estaba conectado.

Han pasado algo más de 25 años y, ahora sí, una amplia mayoría de la población disfruta de los beneficios de Internet y de los teléfonos conectados.

Pero todavía son menos las personas que se conectan cada día a Internet que las que ven televisión generalista.

¡Un cuarto de siglo después! Y nos dicen, nos siguen diciendo, que la Televisión se muere.

Ahora ocurre algo similar con las OTTs y los maratones de series (binge watching).

Si uno atiende a las conversaciones mayoritarias y a su repercusión en los medios, parecería que toda España está abonada a una, o varias, plataformas de contenido en streaming y que, cada vez que se estrena una nueva serie, todos nos ponemos a ver un capítulo detrás de otro, para que no nos hagan spoiler.

Y sí: otra vez nos dicen que nadie ve Televisión lineal, que es un medio muerto. Ya no se muere: está muerto.

Pero luego vemos datos de la AIMC y resulta que las OTTs están presentes en el 38% de los hogares españoles y eso tras dos años en que su presencia se ha multiplicado por seis.

Eso quiere decir que en el 62% de los hogares no hay ninguna OTT.

Y, de esto no conozco ningún dato, pero no creo que en la totalidad de ese 38% de hogares se hagan maratones, algo que, por otra parte, puede tener sus días contados: Netflix, la líder en maratones, la OTT que empezó a lanzar sus series por temporadas completas, ha anunciado que volverá al sistema clásico de estrenar un capítulo cada semana.

Las investigaciones que analizan a toda la población siguen siendo muy necesarias, aunque no sea más que para evitar que nos creamos que todo el mundo es como nosotros, o como nuestro entorno.