La pandemia de coronavirus ha originado que el ecommerce gane protagonismo entre los consumidores, atrayendo a un mayor número de compradores a lo largo del año. Pero la incertidumbre económica que se atisba a raíz de la crisis sanitaria podría provocar que casi cuatro de cada 10 compradores sea más consciente de sus compras en Black Friday.
Según datos del estudio Black Friday Spotlight, elaborado por IPG Mediabrands, un 39% comprará el próximo 27 de noviembre únicamente productos que necesite, esperando a esta fecha para obtener el mejor precio posible. En este sentido, un 21% de encuestados afirma que adquirirá artículos en esta campaña solo si ve una oferta que le resulte interesante.
Pero a pesar de intuir una inversión más consciente, el ticket medio que se prevé para esta campaña se sitúa en niveles próximos al de 2019, cercano a los 100 euros. Por categorías, se estima un crecimiento de las compras en Hogar – un 27% frente al 19% del pasado año-, aunque la Moda y la Tecnología continúan como los verticales que mayor inversión acapararán, con un 46% y un 40%, respectivamente. Le siguen Cosmética (13%) y Juguetes (12%).
Sobre el lugar elegido para realizar sus compras, un 30% de encuestados señala que lo hará tanto en la tienda física como en online, y un 21%, habituado a hacerlo en el establecimiento, optará este año por el terreno digital. El pequeño comercio estará presente en la mente de un 22% de consumidores, que han expresado su intención de optar por productos locales y de cercanía.
Compras por el hartazgo de la crisis sanitaria
La búsqueda de grandes descuentos y promociones será clave este 27 de noviembre, según prevén también desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Cabe esperar que los consumidores que tengan una necesidad real y que hayan retrasado su decisión de compra hasta ahora aprovecharán esos días para cubrir sus necesidades con unos precios más competitivos”, ha explicado Maria Teresa Ballestar, profesora de los estudios de economía y empresa de la UOC.
No obstante, advierte que también los habrá aquellos que no tienen una necesidad real de consumo y, por la situación de incertidumbre vivida a raíz de la pandemia, demorarán sus compras.
De igual modo, el incremento de la partida de ahorro durante este año – según datos del Banco de España, los hogares han ahorrado un 22,5% de su renta disponible en el segundo trimestre-, y la frustración acumulada por la duración de la pandemia, podría incentivar a que haya usuarios que vean el Black Friday como una oportunidad para darse un capricho y disfrutar de una posible compensación.
“El grado de frustración acumulado, las limitaciones sanitarias alargadas en el tiempo que no terminan de resolverse, los momentos críticos sufridos, todas estas situaciones pueden orientar al consumidor hacia la compensación y la sensación de merecimiento”, advierte Neus Soler, profesora de los estudios de economía y empresa de la UOC.
De acuerdo con Soler, el ocio, los viajes y la hostelería son categorías que están contenidas y limitadas. Por tanto, en las categorías en las que el consumidor puede consumir, se permite caprichos, disfrute y una cierta compensación. “Este merecimiento potenciará la intención de compra del Black Friday”, sentencia la investigadora.