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No auguro que el Facebook y el Twitter se vayan rápidamente al garete, pero la fiebre podría empezar a remitir,

No auguro que el Facebook y el Twitter se vayan rápidamente al garete, pero la fiebre podría empezar a remitir, como ya ha ocurrido con otros fenómenos de masas como el Secondlife o la inmensa mayoría de los blogs, sin ir más lejos. ¿Alguien se acuerda de ese mundo que debe estar plagado de cientos de miles de zombies y avatares abandonados por sus creadores? ¿Cuántos blogs están siendo invadidos por las telarañas después de comprobar que alimentarlos no tiene apenas frutos? ¿Cuántos perfiles habrá ya más que abandonados y perdidos, y los que quedan? Claro que, al menos de momento, hay que estar sumando amigos y me-gustas, haciendo estudios de cómo podrían influir en la imagen y las ventas, contratando community managers sin saber de dónde sacarlos y cuáles deberían ser realmente sus funciones y responsabilidades… porque seguimos en pleno crecimiento de las redes, y hay que alimentarlas.

Tabletas. Como la otra moda de las tabletas, que parecen haber sustituido tan rápidamente a los netbooks que pocos se acuerdan ya de ellos. O las teles en 3D y alta definición que quieren que cambiemos por las teles planas que apenas tienen dos o tres años y que, en muchos casos, no están siquiera terminadas de pagar. Algunas modas van tan rápido que sinceramente no me da tiempo a asimilarlas, las veo pasar como ráfagas, y cuando empiezo a intentar asumirlas, ya están caducas y han sido sustituidas por otras. Debe de ser cosa de la edad.

Gran Hermano plus. Ya se ha escrito mucho de la venta de Cuatro a Telecinco, pero no puedo de señalar mi ligera sorpresa por cómo lo ha contado Prisa, a medias entre tomando por tontos a la gente, y a medias como si fuera algo inevitable. Los que iban a mostrar cómo se hacía una gran televisión de calidad acaban vendiendo sus licencias y quedándose con el cada vez más discutible y problemático negocio del futbol de pago, dado que con el porno y el cine lo tienen crudo, salvo que sus campañas den resultado y logren sacar adelante una ley que les proteja dejando en la ilegalidad a un porcentaje absolutamente mayoritario de los internautas españoles (¿cuántos conoces que no tengan ni una sola canción u obra ilegal en su móvil o mp3?). Más allá del previsible e inevitable cambio de los contenidos de Cuatro, que apenas han logrado audiencia vendible a la publicidad; la sustitución de CCN+ por Gran Hermano+ resulta una maniobra esperpéntica pero lógica en estos tiempos en que cada vez más contenidos los hace la gente de gratis (y así son, claro).

Ley Sinde. Y es que lo de la ley antidescargas resulta un ejemplo tan evidente de tratar de poner puertas al campo que casi ni merece la pena comentarlo. La gente va muy por delante de la industria, que en su inmensa mayoría sólo ha tratado de defender sus anticuados sistemas acusando a sus consumidores de usar lo que ellos mismos les han vendido. Cuando se han adaptado a la nueva situación la gente lo acepta y aplaude, y ahí están Amazón, iTunes o Spotify para demostrarlo, y seguramente ocurrirá cuando haya librerías, videoclubes o discotecas virtuales en condiciones y con precios normales para el nuevo mercado, y no cobrando prácticamente igual que cuando había que producir, fabricar, distribuir, anunciar y difundir por todo el mundo el producto cultural.