A medida que los usuarios pasan más tiempo en redes sociales y el sentimiento de pertenencia a una comunidad se intensifica con la pandemia de COVID-19, aumenta el potencial del llamado social commerce. Si en 2021, las ventas generadas a través de plataformas sociales alcanzaron los 492.000 millones de dólares a nivel global, se espera que en 2025 dicha cifra supere los 1,2 billones.
Según los datos recopilados por la consultora Accenture, se espera que en los próximos tres años, las ventas atribuidas a social commerce aumenten a un ritmo del 26% anual, hasta alcanzar una facturación global de 1,2 billones de dólares.
Una tendencia ascendente que se debe, señalan, al mayor tiempo que pasan los usuarios en redes sociales. A día de hoy, algo más de un 44% de la población mundial emplea aplicaciones como Facebook, Instagram, Pinterest o TikTok y pasan, de media, dos horas y media al día. Y todavía existe potencial para que se sumen nuevos usuarios, como indica la cifra de 300 millones de personas que se adhirieron a alguna red social entre 2019 y 2020.
Se suma el sentimiento de comunidad, que se ha visto acrecentado con la pandemia. Según la investigación de Accenture Research, a raíz de la crisis sanitaria, un 63% de encuestados se siente conectado con amigos y familiares en el ecosistema online y un 49% asegura que las comunidades han descubierto nuevas formas de apoyarse los unos a los otros.
“La gente quiere comprar productos y servicios en base a las recomendaciones e inspiración de las personas en quienes confían, que pueden ser familiares, amigos y comunidades, y también influencers auténticos que siguen en redes sociales. Quieren inspirarse, informarse y estar seguros de lo que compran. El comercio social sirve a estas necesidades al proporcionar una experiencia de compra mejorada que impulsa el descubrimiento, permite la personalización y aprovecha el conocimiento y la autenticidad de los individuos para crear confianza”, escriben.
Competencia mayor
El estudio también señala el cambio de paradigma que ha supuesto el nacimiento de las redes sociales y, más en concreto, el nacimiento del comercio social. Según sus autores, cualquier marca, sea del tamaño que sea, puede vender a través de redes sociales, lo que ha originado que pequeños negocios y emprendedores hayan encontrado una vía de entrada a mercados masivos, no fáciles de acceder hasta entonces.
“En lugar de un puñado de grandes retailers y marcas vendiendo a mercados masivos de millones [de usuarios], ahora estamos viendo millones de individuos y pequeños negocios vendiendo los unos a los otros dentro de un vasto ecosistema de social commerce. El resultado es que las grandes marcas seguirán enfrentándose a una competencia creciente de miles de pequeños negocios”.
Refuerzan esta hipótesis que un 59% de compradores en redes sociales asegure que es más probable que compren a una pequeña empresa cuando compran a través de estas plataformas que cuando lo hacen navegando por internet. Y que más de un 44% compre a una marca que no conocía.
Recuerdan, asimismo, que existen distintas fórmulas para desarrollar experiencias de compra en estas plataformas. Ponen como ejemplo a Nike, que ha creado una aplicación basada en comunidades, NbG, donde ofrece contenido de moda, deporte y cuidado personal para los consumidores de la generación Z, y pueden comprar artículos de la marca sin salir de la aplicación.