Todo eso está muy bien y el método ha conseguido que todas las campañas acaben en los mismos terrenos diciendo, poco más o menos, las mismas cosas. Todos salvo los que asumen riesgo y además, tienen dinero para jugarse el pellejo buscando un éxito que nadie puede asegurar.
Este domingo, 14 de octubre, Red Bull ha marcado un hito en la publicidad, el marketing y la construcción de una imagen de marca y lo ha hecho apostándolo todo al riesgo más absoluto. El día, un domingo cualquiera, comenzó con dos coches de Red Bull ganando la Fórmula 1, deporte incierto y competitivo al máximo; un deporte en el que nadie, con dos dedos de frente, puede garantizar nada salvo el desastre.
Y ese domingo cualquiera acabó con más de 150 televisiones del mundo conectando, en directo, para emitir un salto desde 39.000 metros que podría haber acabado con la muerte del protagonista.
Pregunta: ¿Conoces a algún CEO, director general o director de marketing en este país que hubiera puesto un solo euro y jugarse el bigote en una acción con riesgo de muerte emitida en directo?
Pues eso, que la fortuna sonríe a los audaces y que la genialidad no cabe en una hoja de Excel, por ejemplo.