Pau Roig, director corporativo de EADA Business School, reflexiona en el siguiente artículo sobre el futuro del empleo, que encuentra “tan apasionante como aterrador: “No se trata de esperar que los robots vayan a pagar nuestra jubilación, sino de entender que la transformación digital es una gran oportunidad para repensar nuestros actuales puestos de trabajo (a mejor)”.
Para escenarios catastróficos tenemos decenas de argumentos que utilizan magistralmente economistas, políticos y empresarios para salir en platos de televisión, ganar votos o mantener su statu quo de poder. Que España tenga la peor tasa de empleo juvenil de Europa (solo 26 de cada 100 trabajadores son menores de 34 años), que los robots vayan a destruir para el 2030 hasta 800 millones de trabajo o que el porcentaje de asalariados pobres (es decir que cobran menos del 60% del salario medio de un país) pase del 10% al 16% en España, sin duda, da para asustarse. Pero ¿qué sentido tiene decir a nuestros jóvenes que el único futuro que les espera es tener un trabajo precario y cobrar una miseria?
Sinceramente, creo que es mucho más necesario centrarse en los aspectos positivos del futuro del empleo, que como las meigas gallegas, aunque cuesta creerlo, haberlas, haylas. Y no se trata de esperar que los robots vayan a pagar nuestra jubilación, sino de entender que la transformación digital es una gran oportunidad para repensar nuestros actuales puestos de trabajo (a mejor). ¿Sabían que el país con mayor número de robots por cápita es Alemania y es a la vez es el país de Europa más cercano al pleno empleo?; por el contrario, ¿sabían que el país menos robotizado de Europa es Grecia y a la vez tiene el mayor nivel de desempleo? Por ello, queda claro que la tecnología y la transformación digital nos hace más competitivos y moderniza nuestros empleos.
Al igual que pasó en la revolución industrial, donde se perdieron miles de puestos de trabajo se generaron a la vez otros miles más (de la industria del caballo a la industria del automóvil). Ahora, con la transformación digital, pasará lo mismo, del taxista que sólo conduce al acompañante que hace el viaje mucho más agradable; del intermediario que sólo mueve papeles al que te aporta realmente valor en cada transacción; de la intuición del directivo a la toma de decisiones con datos reales on-time. No tengan ninguna duda que todos y cada uno de los puestos de trabajo actuales se van a reinventar en los próximos años.
Entonces, ¿cuál será la clave para sobrevivir a este cambio? La respuesta pasa únicamente e irremediablemente por la formación. Y no me refiero sólo a una formación técnica o tecnológica sino también a una formación en habilidades. Abrazar el cambio, aceptar que hay que salir de la zona de confort de forma natural nunca es fácil y tener desarrolladas unas buenas competencias profesionales será crítico (capacidad de trabajo en equipo, creatividad, iniciativa…).
Es cierto que puede dar la impresión que muchas universidades y centros educativos están formando para empleos que en el futuro ya no existirán y competencias obsoletas. Preocupa (ya se actualizarán o morirán) pero en realidad no importa: invertir en formación de forma permanente es sentar un estilo de vida, es garantizar nuestro futuro. Tengamos todos muy presentes que para las amenazas a nuestra empleabilidad la única y mejor solución es la formación. El futuro estará lleno de nuevas oportunidades profesionales que hoy nos cuesta imaginar y sólo los que hayan apostado tiempo y recursos en formarse serán los que estarán realmente preparados.
Y termino, la formación no entiende de edades. No valen excusas. Y si no les convencen los argumentos de garantizar su empleabilidad, permítanme esta pequeña anécdota con un nuevo argumento. Organizo a lo largo del año sesiones de creatividad con clientes y no clientes de todas las edades y profesiones, para mantener activo nuestro lema “Where Business People Grow”. En uno de estos talleres una joven de la generación z (nacida en el año 1991) interpelaba a un veterano jubilado de 70 años: “Pero, ¿por qué no te dedicas a viajar y a disfrutar de los años que te quedan de vida, en lugar de pensar en cómo volver a formarte en una escuela de negocios?” La respuesta, como era de esperar, llena de sabiduría: “Es muy simple. Porque si siento que todavía aprendo, sentiré que todavía estoy vivo”.
Carpe diem, carpe educationis.
Pau Roig, director corporativo de EADA Business School.