Salud, sostenibilidad y tecnología parecen ser las claves para entender el futuro de la belleza y el cuidado personal. Así se ve reflejado en el estudio “The wellness revolution: El futuro de la belleza y el cuidado personal” de Lantern, consultora estratégica especializada en Gran Consumo, que recoge los retos a los que se enfrenta el sector y las nuevas tendencias, todo ello acelerado por la pandemia del COVID-19.
La crisis sanitaria y los cambios de consumo, que se han visto acelerados, han evidenciado tendencias clave para entender el camino que debe seguir el sector. Ahora más que nunca hay que cuidarse por dentro y por fuera para afrontar de manera positiva y reforzada los tiempos que vienen. Las personas buscan el wellness para sentirse mejor tanto física como mentalmente.
Asimismo, se observa una marcada obsesión por los productos que protegen del virus y, aunque su oferta era muy básica, ha abierto un nicho de mercado no solo en la sofisticación de los productos, también en otros complementarios como cremas. La creciente conciencia por la salud ha acarreado el estallido de productos para cuidarse desde dentro, uniendo salud y belleza, como cápsulas suplementarias, ingredientes veganos, superalimentos, súper ingredientes como el cannabis, o aquellos de origen oriental.
En relación a la sostenibilidad, se contempla una especial atención al packaging mínimo, ecológico y a la cosmética con ‘impacto’ o ‘belleza limpia’, donde las marcas deberán de mostrar sus valores más allá del impacto neutro. Asimismo, la hiper personalización del producto crecerá significativamente, con colaboraciones y sinergias entre empresas líderes en cosmética y startups de la tecnología.
Para entender el futuro del sector habrá que prestar atención a marcas inclusivas que atienden la demanda de segmentos olvidados por el mainstream, como pueden ser minorías étnicas. También veremos un número creciente marcas con una perspectiva unisex y apelando a una comunicación que permita a todos sentirse identificados.
El mundo de la cosmética, cada vez más tecnológico
La aplicación de la tecnología se muestra como un imprescindible a la hora de asentar nuevos espacios y formas de mantenerse relevante ante un escenario de incertidumbre, creando nuevas experiencias que aporten un valor añadido.
Ejemplo de ello son los dispositivos de salud y belleza en casa, las apps que personalizan los servicios de una marca – que supone un salto exponencial a la hora de construir relaciones más sólidas entre producto y consumidor-, o el wellness virtual o bienestar online bajo demanda.
La tecnología permite, además, generar nuevos modelos de negocio, en los que las marcas pueden comercializar servicios de consultas y asesoría sobre belleza y wellness, como ya están haciendo otros sectores como la telemedicina.
Los Millennial marcan un consumo que incluya el bienestar mental
La COVID-19 ha marcado un antes y un después en los modelos de consumo, acercando a un consumidor “consciente” que empieza a decantarse por productos de fabricación ética y venta local. La Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) se muestra como un segmento preocupado por el manejo del estrés y dan más peso a su salud mental, especialmente en un momento marcado por la inestabilidad e incertidumbre. A ello se suma la gran influencia de la tecnología y la presión digital a la que están expuestos, intensificando sus problemas de autoestima.
Esta tendencia continúa con los millennials (nacidos entre 1980 y 1994), que hoy suponen la mayor fuerza laboral, son además la primera generación de nativos digitales, lo que se refleja en sus hábitos de compra. Utilizan apps para comparar precios y comprobar etiquetados, ingredientes, huella de carbono, con una tendencia a pagar un precio mayor por productos éticos y sostenibles, así como las redes sociales e influencers como gurús de belleza.
Por otro lado, la Generación X (1960-1979), ejerce un papel fundamental en el bienestar de su comunidad y expresa interés en productos para mantener la salud, dando mayor peso a su bienestar y cambiando su rutina diaria de alimentación y ejercicio, mientras que los baby boomers (1940-1959) adoptan nuevas posturas frente al envejecimiento como el “aging well”, tomando una postura propia de las nuevas generaciones que normaliza la diversidad y el paso del tiempo.