Rapidez, intensidad, destreza y talento son algunos de los ingredientes necesarios para llevar a cabo acciones capaces de reunir y emocionar a decenas de miles de personas en un evento como el que organizó el Real Madrid a través de Quidquid. Un proyecto al filo de lo imposible no sólo por su tamaño, dimensión y grandilocuencia, sino también por la complejidad a la hora de llevarlo a cabo y por el escaso tiempo que tuvo la agencia para desarrollarlo.
“El proyecto fue planteado por el club en tres días e implementado en un tiempo récord, con montajes que duraron 24 horas diarias durante diez días”, recuerda ya libre de estrés Antonio León, socio director de Quidquid.
Hasta ahora, las presentaciones de los nuevos fichajes del equipo habían transcurrido por derroteros puramente mediáticos. Cada temporada, las nuevas caras se presentaban a la prensa y eran los flashes y las cámaras de televisión los encargados de recoger y transmitir a la afición y al público en general lo que sucedía a puerta cerrada y en petit comité, compuesto por periodistas e invitados VIP.
Crear un espectáculo. El proyecto de presentación realizado por la agencia supuso un debate interno dentro del club, ya que había posiciones para todos los gustos. Hubo quien se manifestó abiertamente por una línea continuista, basada más en la información que en el festejo. Pero finalmente salió ganadora la propuesta de la agencia que apostaba por “convertir el acto en algo público y con mucha relevancia”.
Las condiciones eran favorables para potenciar la distracción y la alegría. Al calor del estío y al bombardeo continúo de los medios con noticias sobre la pertinaz crisis y el futuro incierto de la economía, le hacían falta un renovado espíritu de solaz. Y nada mejor que un acto de distensión entre los fieles de un equipo de la talla del Real Madrid, capaz de congregar a una multitud que para sí la quisieran otros. “El fútbol es emoción y corazón. Por eso decidimos apostar por un acto público de estas características”, explica León.
Un acto que, hasta la fecha, nadie había llevado a cabo en nuestro país. De ahí, una vez más, el valor de la acción, ya que se convirtió