Memoria y marketing. Estas son las keywords que me repito cada vez que tengo que analizar un mensaje publicitario. El mundo creativo puede ser tan bello, abstracto y artístico que en ocasiones te embriaga y seduce hasta el punto de disimular lo que está vendiendo. Los “anuncios” y otras piezas que a veces comentamos con la familia, los amigos o en el trabajo están en nuestra mente porque fueron capaces de llamar nuestra atención, y de sorprendernos hasta el punto de hacernos rememorar y reproducir sus mensajes, comentarlos, opinar… un verdadero logro si tenemos en cuenta los cientos de mensajes comerciales que nos asedian cada día.
Pero no siempre recordamos la marca que hay detrás de esos mensajes…y lo que es peor… a veces ni siquiera recordamos el producto… Puede que recuerdes la marca de esa cerveza del anuncio en el que sale Casillas, o cuáles son exactamente las zapatillas del anuncio de Cristiano Ronaldo, pero seguramente no recordarás la marca de jamón que anunciaba Bertín Osborne, o la marca de ese coche tan chulo que en el anuncio se convertía en robot… no podrías ni recordar de qué marca es el juguete que quiere tu hijo por reyes… (menos mal que existe Youtube).
Esto, en términos de Marketing, puede costarle a una marca varios millones de euros en pérdidas por impactos perdidos. ¿Por qué será grandes marcas con presupuestos millonarios en publicidad siguen confiando en jingles y en todo tipo de fórmulas que graben a fuego su marca en nuestros cerebros? o ¿Por qué todos los buscadores de seguros y de viajes repiten lenta y sonoramente su web hasta la saciedad…? a veces nos puede parecer cutre, pero como también ocurre con el diseño, lo más bonito no es siempre lo que mejor funciona. Y tenemos que reconocer que aún hoy nos acordamos de “aquel negrito del África tropical” que triunfó en los 50 y que si vemos cierta marca en la sección de aseo del supermercado pensamos “Porque yo lo valgo”.
Entre nosotros y el target se interpone una gran cantidad de ruido y de otras barreras de atención. Nuestra intención será siempre seducir y atraer al espectador hacia nuestro producto, pero recordemos los pocos cartuchos que tenemos en medio de este tiroteo, de esta guerra mundial omnipresente, y que por tanto nuestro disparo debe ir a matar. Asegurémonos de que no olvidan nuestra cara, pero tampoco nuestro nombre.
Fernando Robles, director de cuentas de El Cuartel.