Glessy Cosmetics aterriza en el mercado y llega para desafíar la noción de que lo natural, orgánico y consciente es aburrido. La compañía surge de la experiencia personal de sus fundadores, Marina León y Fernando Cervigón, que buscaban una cosmética libre de químicos y tóxicos que fuera respetuosa con el cuerpo y la piel.
Los dos fundadores también querían crear un proyecto que apoyara económicamente a Trees 4 Humanity, una ONG dedicada al área medioambiental, también fundada y dirigida por ellos.
Glessy Cosmetics se identifica con la cosmética consciente y busca demostrar que los ingredientes naturales no son solo un lujo, sino que son compatibles con la “expresión de la cosmética moderna, sin tener por qué ser exclusivos de los perfiles más activistas”, recoge el comunicado. Llega con la convicción de buscar el bienestar de nuestro cuerpo y del planeta, presentándose como una apuesta “disruptiva en el mercado, identificando natural y sostenible con positivo, sexy y en tendencia”.
“Sexy as F*ck”, “Glow Tonic”, “Don’t be a sugar mama” o “Dancing Queen” son los nombres de algunos de sus productos, y un ejemplo de la intención provocativa de esta marca que pretende cambiar las reglas del juego en un mercado saturado de firmas de cuidado de la piel a través de tres de principios fundamentales que conforman su ADN: su apuesta por ingredientes naturales y orgánicos de alta calidad, su imagen disruptiva y un profundo compromiso con el planeta.
Pero el mayor compromiso de Glessy es con las mujeres en riesgo de exclusión. Por eso ya trabaja para generar empleo a más de 1.500 mujeres en África, reforestando áreas degradadas en Uganda o Kenia y evitando el uso del plástico gracias a su sistema de macetas biodegradables.