Su estrategia incluye el diseño de IA, sensores y software que podrán ser utilizados por fabricantes externos, en un movimiento que marca un giro significativo respecto a su enfoque habitual en redes sociales, el metaverso y la inteligencia artificial aplicada a plataformas digitales.
La compañía, que este año prevé invertir 65.000 millones de dólares en investigación y desarrollo en IA e infraestructura, está en conversaciones con empresas de robótica como Unitree Robotics y Figure AI. Además, ha designado a Marc Whitten, ex director ejecutivo de la división Cruise de General Motors, para liderar el proyecto.
El objetivo de Meta es desarrollar su propio robot humanoide enfocado en tareas domésticas, pero con una visión más amplia de establecer una plataforma tecnológica que permita a terceros fabricar y vender estos dispositivos. Esta estrategia podría posicionar a la empresa en el centro de un ecosistema emergente donde la IA y la robótica se entrelazan.
La carrera por la robótica
Meta no es la única gigante tecnológica que ha puesto la mirada en la robótica. Amazon, con su amplia experiencia en automatización, ya cuenta con 750.000 robots en sus centros logísticos, aunque aún no ha incursionado en el mercado de robots de consumo. Apple, por su parte, trabaja en diseños humanoides y no humanoides para el hogar inteligente, con planes de producción en masa para 2028.
Google ha invertido 350 millones de dólares en Apptronik, una empresa respaldada por NVIDIA y la NASA que desarrolla el robot humanoide Apollo, con miras a incorporarlo en la vida cotidiana. Tesla, por otro lado, avanza con su robot Optimus, diseñado para aplicaciones domésticas y con un posible precio entre 20.000 y 30.000 dólares.
¿Un paso audaz o una carga financiera?
A pesar de la ambición de Meta, la expansión hacia la robótica también plantea dudas sobre la sostenibilidad de sus inversiones, informan desde Emarketer. Reality Labs, la división de la empresa dedicada a realidad aumentada y virtual, perdió 5.000 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2024, acumulando pérdidas superiores a los 60.000 millones desde 2020.
Los inversionistas han expresado preocupaciones sobre la rentabilidad de estos proyectos, y la incursión en la robótica podría aumentar la presión sobre la compañía. Sin embargo, si Meta logra desarrollar un ecosistema sólido y comercialmente viable, podría encontrar una nueva fuente de ingresos que diversifique su negocio más allá de las redes sociales y la publicidad digital.
La gran pregunta es si este movimiento representará un avance estratégico o una apuesta arriesgada que profundice las dificultades financieras de la empresa.