“Los líderes son, ante todo, contrabandistas”: frase de Christian Monjou que suena fuerte. Contrabandistas, por supuesto, pero ¿contrabandistas de qué? Como mensajeros, los líderes trasladan a los hombres del viejo mundo al mundo moderno. Julio César, Isabel I de Inglaterra o Charles de Gaulle eran grandes hombres y una gran mujer con la audacia suficiente para buscar una nueva visión del mundo: una Roma en expansión, una Inglaterra sólida y una Francia poderosa. Pero ¿cómo estos héroes históricos lograron transformar el futuro de sus respectivas naciones? Utilizaron como garantía su legitimidad (bien legislativa, religiosa o militar) la cual estaba profundamente anclada a la realidad de su presente. Un artículo de Jérôme Lanoy, CEO de Logic Design.
Un presente del que tenían plena consciencia, que comprendían y al que temían tanto, que fueron capaces de modificar. Por lo tanto, la dirección dinámica se basa en la experiencia de la realidad: comprender que hoy no solo hemos de imaginar, sino de desarrollar nuestro futuro.
Tanto para los héroes, como para las marcas: para poder ser líder, debemos de basarnos en verdades. Una marca poderosa y fuerte, de hecho, es justamente una marca, capaz de sentir las aspiraciones de los consumidores, capaz de entender las señales que le envía el mundo y capaz de inventar otra forma con la que observar la realidad.
Los productos de Apple no serían tan exitosos a escala mundial de no tener a Steve Jobs como figura. Básicamente, el Apple 1, cuando fue construido por sus colegas en un viejo garaje, no era nada más que un ordenador un poco diferente. A pesar de eso, en medio de esos materiales ensamblados, Steve Jobs fue capaz de identificar un algo que podría perturbar la vida de las personas. En lugar de una máquina vio un proyecto potencial: hacer de la tecnología una experiencia clara y emotiva. Steve Jobs, comprendiendo la realidad ―que la tecnología es compleja y racional― consiguió lograr una transformación. No es por tanto sorprendente lo dicho sobre Steve Jobs, que a su alrededor gravitaba un campo de distorsión de la realidad, el fundador de la marca Apple nos enseñó que anclarnos a la realidad, garantiza el potencial que nos permite emanciparnos de esa misma.
La máquina de distorsionar la realidad ha de ser constantemente reajustada. La realidad es un flujo, una dinámica en perpetua evolución y puede ocurrir que ciertas marcas pierdan el contacto con la realidad a la vez que su liderazgo.
Así, Renault, tenía una visión fuerte desde los años 80, un símbolo de su presencia en la realidad: “Renault, coches para vivir”. Una loca ambición, que se apoya en la necesidad de los hombres para crear automóviles. Una ambición loca que da lugar a grandes éxitos: el Espace, el Scenic, que vive para la familia; el Twingo, que vive para la ciudad…
Así que Renault se convirtió gradualmente en un líder, satisfecho con su habilidad, hasta que se centró únicamente en ello. Progresivamente Renault prefería observar su propio know-how, su legitimidad y su estatus, así que se convirtió en un “Creador de Automóviles”, como el Vel Satis, el Aventura o el Modus.
Al perder su anclaje con la realidad, Renault, perdió igualmente su visión del mundo y se redujo a su know-how.
Si para ser un líder uno debe de ser legítimo, una marca que se apoya únicamente en su legitimidad pierde su liderazgo. Uno debe de usar esa legitimidad para despuntar y transportarnos al futuro, no para celebrar su existencia.
Explotar su saber hacer para crear una nueva realidad: esta es la primera habilidad que ha de tener un visionario.
Buscando a los visionarios. Dándoles la legitimidad y el poder para cambiar al mundo. Si queremos revolucionar el presente, inventar el futuro, ellos deben poder expresarse y crear. Steve Jobs dijo que él estaba loco, que era insaciable.
Nunca perder el vínculo con la realidad, construyendo una contra realidad, ¿no es la ambición de todo diseño?
Jérôme Lanoy, CEO de Logic Design