A lo largo de los últimos meses, los ciudadanos de todo el mundo hemos asistido al lanzamiento por parte de las grandes compañías tecnológicas de herramientas de Inteligencia Artificial Generativa (IAG) como Chat GPT (de Microsoft) y Bard (de Google). Estas herramientas van a transformar de forma radical nuestra forma de consumir información, generando con ello una disrupción sin precedentes.
Las herramientas anteriores son entrenadas por las grandes plataformas tecnológicas a partir de la lectura masiva de textos disponibles en Internet, muchos de ellos redactados por periodistas profesionales y difundidos por los medios de información bajo su responsabilidad editorial y esfuerzo inversor.
A partir de la lectura automatizada de estas cantidades inmensas de texto, las herramientas de IAG son capaces de procesar el lenguaje escrito y a partir de ello, responder a las consultas que les son formuladas sobre la base del rastreo y reinterpretación de multitud de páginas web, entre ellas de forma muy destacada, las páginas de información elaboradas por los medios de información con el trabajo de los periodistas.
Chat GPT y Bard son entrenadas por las grandes plataformas tecnológicas a partir de la lectura masiva de textos disponibles en Internet, muchos de ellos redactados por periodistas profesionales»
Al mismo tiempo que Chat GPT o Bard, contestan a las consultas que les son formuladas por los usuarios, sus datos personales son capturados por estas plataformas de forma masiva para explotarlos con fines publicitarios. Todo usuario antes de acceder al servicio necesita aceptar la política de privacidad asociada a la herramienta de inteligencia artificial, y con esta aceptación, la información que genere su actividad en Internet permitirá a las compañías tecnológicas que dominan el ecosistema de la publicidad digital profundizar en el conocimiento del usuario y monetizar este conocimiento a través de la venta de publicidad. Eso sí, las plataformas digitales hacen suyos los beneficios de la explotación de los datos de los usuarios pero -a diferencia de los editores que son jurídicamente responsables de todo el contenido difundido bajo sus marcas informativas- no responden de la información facilitada al usuario.
Las grandes plataformas digitales han realizado avances tecnológicos extraordinarios que enriquecen y facilitan muchas facetas de nuestra vida cotidiana. Esta capacidad y talento innovador ha llevado a las compañías tecnológicas a cifras de ingresos extraordinarios y a capitalizaciones bursátiles de ensueño.
El éxito de las tecnológicas no puede estar cimentado en el parasitismo de los contenidos creados por los periodistas con el esfuerzo inversor de los editores de medios de información»
Sin embargo, el éxito de las tecnológicas no puede estar cimentado en el parasitismo de los contenidos creados por los periodistas con el esfuerzo inversor de los editores de medios de información. Las compañías tecnológicas deben respetar de forma adecuada el trabajo de los periodistas y de los medios de información. Dada la enorme capacidad de las compañías tecnológicas, es también muy grande su responsabilidad en el necesario respeto de los derechos de terceros y muy grande también es su capacidad de distorsionar el mercado si este adecuado respeto no se produce.
Principios para regir la IAG
La preocupación de los medios de información y, en general, de todos los sectores culturales y creativos por cómo las empresas tecnológicas están utilizando sus contenidos para entrenar sus modelos de Inteligencia Artificial Generativa y las respuestas que ofrecen a los usuarios a cambio de la explotación publicitaria masiva de sus datos es enorme. Periódicos como The New York Times, The Guardian o Le Monde han denunciado públicamente la gran amenaza que supone la llegada de los sistemas de Inteligencia Artificial Generativa que se nutren de sus contenidos sin abonar una remuneración adecuada y necesaria para el mantenimiento de las redacciones y de los periodistas.
Los medios de información españoles agrupados en AMI expresamos el pasado mes de junio los principios que entendemos deben regir los modelos de Inteligencia Artificial Generativa y que citamos a continuación:
- El respeto por parte de los desarrolladores e implementadores de la IAG del esfuerzo inversor y del trabajo realizado por los creadores de los contenidos y, en concreto, de los derechos de los editores y agencias de noticias sobre los contenidos que los mismos generan.
- El necesario reconocimiento de la capacidad de los editores y agencias de noticias a negociar y recibir en condiciones equitativas y justas una remuneración adecuada por el uso que desarrolladores e implementadores de sistemas de inteligencia artificial realizan de sus derechos de propiedad intelectual.
- La protección de los editores y agencias de noticias y creadores frente al uso indebido y no licenciado de su obra.
- La transparencia de los sistemas de IAG respecto de los materiales utilizados tanto para el entrenamiento de los sistemas de IAG como de los resultados que producen.
- La transparencia de los sistemas de IAG debe ser granular, de forma que sea posible realizar la trazabilidad completa de todo el contenido utilizado por desarrolladores e implementadores de IAGs.
- La responsabilidad de los desarrolladores e implementadores de las IAG respecto de los resultados ofrecidos por sus sistemas.
- El aseguramiento de que los sistemas de IA Generativa no facilitarán la creación de situaciones de competencia indebida en los mercados. En particular, el sistema debe garantizar que la negativa de un editor o agencia de noticias a facilitar el uso de su contenido a un sistema de Inteligencia Artificial Generativa no tendrá ningún impacto en la visibilidad de los contenidos de ese editor en el conjunto del ecosistema de Internet.
- El respeto al derecho a la intimidad y seguridad de las personas.
Los medios de información necesitamos la colaboración de las plataformas para la difusión de nuestros contenidos, y buscamos una relación estable y confiable con ellas, equilibrada en todos sus términos. Está en la mano de las compañías tecnológicas estar a la altura de su gran capacidad, contribuyendo con ello a la construcción de modelos distintos a los empleados en el pasado en los que reconozcan el extraordinario valor que la información periodística aporta a sus modelos de negocio y con ello permitan asegurar la fundamental sostenibilidad de la información en las sociedades democráticas.