En retrospectiva, la relación entre la tecnología digital y la humanidad ha sido positiva, brindando innumerables beneficios que van desde el acceso instantáneo a la información hasta la comunicación global y servicios personalizados. La Web 2.0 y las redes sociales fueron fruto de millones de pequeñas acciones individuales que dieron como resultado la aparición de organizaciones que no parecían estar controladas por nadie. Por el contrario, la actual revolución de la IA se percibe como un poder enorme y mal comprendido, que se cree está en manos de un número muy reducido de líderes tecnológicos.
En la actualidad, el último estudio de Accenture Life Trends revela una paradoja interesante: en España, un 16% de los consumidores considera que la tecnología ha complicado su vida tanto como la ha simplificado, cifra que se eleva al 27% a nivel global. La tecnología parece ser algo que les sucede, en lugar de actuar para ellos. Este desencanto se manifiesta también en el uso del dispositivo más democratizado, el smartphone. El 63% de los encuestados en España no puede controlar completamente el tiempo que pasa frente a las pantallas. A nivel global, el 31% atribuye el control de su uso de la tecnología a las notificaciones constantes, el 27% a los algoritmos y otro 27% a la atracción del desplazamiento interminable. Las empresas tenemos la obligación de hacernos cargo también de esta realidad.
El 63% de los encuestados en España no puede controlar completamente el tiempo que pasa frente a las pantallas
En los últimos dos años, hemos sido testigos de avances tecnológicos que tienen el potencial de transformar radicalmente la vida cotidiana. Desde la computación espacial hasta la IA generativa, estas innovaciones están cambiando la forma en que las personas enfocan su vida. Sin embargo, esta rápida evolución también despierta temores, especialmente en lo que respecta a la seguridad laboral y la preparación para el futuro. Cuando surge una nueva tecnología, las organizaciones deben considerar cómo encajará en la vida de las personas. ¿Viene a sustituir algo existente o a llenar un vacío, o exigirá renuncias para su adopción? Las empresas no pueden ignorar la creciente necesidad de las personas de controlar su relación con la tecnología. Aquellas que fomenten el diálogo sobre cómo la tecnología puede contribuir al futuro de todos, en lugar de dominarlo, ganarán la confianza de las personas.
Las empresas no pueden ignorar la creciente necesidad de las personas de controlar su relación con la tecnología
Para ello, deben plantearse dos temas cruciales. Por un lado, a nivel más micro, las nuevas tecnologías facilitan las cosas a los clientes y empleados, en vez de imponer esfuerzos adicionales. Es esencial ofrecer actualizaciones y nuevas tecnologías que se adapten a las necesidades de las personas en lugar de exigir que éstas se adapten a la tecnología. La formación interna y la concienciación externa son fundamentales para superar posibles problemas y fricciones tecnológicas.
Las marcas deben liderar y apoyar la regulación de las nuevas tecnologías y ser conscientes de la brecha digital, garantizando que los cambios tecnológicos no excluyan a sectores enteros de la sociedad
Por otro lado, a nivel macro, el rápido ritmo de innovación tecnológica exige una reflexión profunda antes de tomar decisiones con repercusiones a largo plazo. Las marcas deben liderar y apoyar la regulación de las nuevas tecnologías y ser conscientes de la brecha digital, garantizando que los cambios tecnológicos no excluyan a sectores enteros de la sociedad.
Las marcas que otorguen a las personas una mayor capacidad de elección sobre cómo interactuar con la tecnología se convertirán en aliados valiosos. Permitir a los clientes recuperar el control sobre su experiencia tecnológica les brindará un sentido renovado de independencia y protagonismo, marcando el camino hacia una relación armoniosa con la tecnología en constante evolución.