Espe – jo

Hay algo preocupante en el ambiente preelectoral cuando se reactiva el instinto popular de los españoles para sacar punta a

Hay algo preocupante en el ambiente preelectoral cuando se reactiva el instinto popular de los españoles para sacar punta a todo. Véase el jocoso sucedido con la campaña de publicidad de la televisión pública de Madrid.

La frase propuesta por la agencia era Reflejo de lo que somos. El anunciante, al parecer, impuso el cambio de la palabra espejo por reflejo. No tardó en saltar el gracejo de los contribuyentes y, donde debía decir digo, inspiró al inconsciente popular: Espe – jo de lo que somos.

Ni la competencia ni los adversarios políticos lo hubieran pensado mejor.
“No permitimos a ningún cliente que nos diga cómo tenemos que hacer el anuncio. Creemos que sería malo para él. Sabemos que nunca sabremos tanto sobre el producto como el anunciante, pero también creemos firmemente que él no sabe tanto sobre publicidad como nosotros.” Bill Bernbach no conocía a los anunciantes institucionales españoles.

La hipérbole está en la naturaleza de la publicidad, pero nunca debe ser confundida con la overpromise contenida en la frase de marras, y su posterior manipulación puede ser la respuesta ingeniosa del público que no se considera reflejado por Telemadrid.

A este argumento hay que sumar un error de mayor calibre en el planteamiento que la simple sustitución de una palabra por otra, un error de concepto: el espejo es un objeto sin valor hasta que alguien o algo se sitúa frente a él.

Sin ese alguien, o algo, no hay reflejo y, por tanto, no se proyecta valor alguno de significación.
¿Un lapsus linguae