Las empresas españolas aumentan la inversión en I+D, aunque aún alejadas de la UE

En una situación excepcional como la vivida a causa de la pandemia de coronavirus, surge la necesidad imperiosa de innovar

A pesar de haber incrementado la inversión en I+D, todavía España se queda rezagada de la media de la Unión Europea
A pesar de haber incrementado la inversión en I+D, todavía España se queda rezagada de la media de la Unión Europea

En una situación excepcional como la vivida a causa de la pandemia de coronavirus, surge la necesidad imperiosa de innovar y encontrar aquella disrupción que movilice mercados y resuelva los problemas de los usuarios, dejando obsoletos al resto de productos. Una tradición, la de innovar, a la que todavía, en España, no se le dedica grandes partidas, en comparación con otros países de la Unión Europea. 

Según datos del último informe de la Fundación COTEC, ‘Informe COTEC 2020, que analiza la inversión en I+D realizada por parte de compañías privadas y organismos públicos desde 2008 hasta 2018, en España, a pesar de haber crecido un 6,3% la partida destinada a innovación – situándose en un total de 14.946 millones de euros, cifra similar a la de 2008, cuando la inversión se localizó en los 14.701 millones-, todavía resulta alejada de países como Italia, Francia o Alemania, con crecimientos de la inversión en I+D a doble dígito entre 2009 y 2018. 

 

En ese último año, creció por cuarto año consecutivo la inversión en proyectos de I+D de las empresas, hasta los 8.445 millones de euros. Un 9,3% más que en 2017. Entre las partidas a las que destinaron mayores recursos, gastos de capital (+20,4%), que incluye terrenos y edificios para I+D, instrumentos y equipos, la adquisición de programas informáticos específicos para esta tarea, y otros productos de propiedad intelectual e industrial como patentes y licencias. Además de las retribuciones al personal investigador, un 22% superior al de 2008. 

Por tamaño de empresa, el informe recoge la puesta en marcha de proyectos de innovación en el 92% de las grandes compañías y en un 70% de las pymes. Un cómputo global de 10.843 empresas en 2018, 664 más que el año anterior. 

Las pymes españolas, más innovadoras que en el resto de Europa

Destaca, sin embargo, la alta participación de las pequeñas y medianas empresas en el terreno de la innovación, en comparación con otros países europeos. Según datos de Eurostat, en 2017, si el 46% de la inversión total procedía de pymes y un 54% de grandes empresas, en Alemania, estas últimas contribuyeron con el 92% de la partida total; en Francia, el 73%; y en Italia, el 63%

Una muestra de que la innovación no es sólo para grandes organizaciones. Según explica Iván Bofarull, ‘chief innovation officer’ de Esade, en uno de los encuentros virtuales organizados por DigitalES, la disponibilidad de herramientas digitales ha reducido el coste de lanzar un nuevo proyecto, lo que ha propiciado la aparición de más ‘startups’ intentando localizar la próxima innovación disruptiva. Aquella que proporciona un impacto en el negocio diez veces más intenso. 

El coronavirus, acelerador de la innovación

La pandemia de coronavirus ha frenado el objetivo marcado por el Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación, de alcanzar un volumen de inversión en I+D del 2% del PIB – en 2018, se situaba en el 1,24%-. Sin embargo, para Bofarull, la crisis sanitaria resulta una oportunidad de poner en marcha la maquinaria de la disrupción en el seno de las corporaciones. 

“La pandemia va a producir una hiperaceleración de la disrupción porque fuerza al consumidor a modificar de forma radical muchos de sus hábitos y, a la oferta, la propia inercia organizativa”, subraya. 

Para que tales inversiones no caigan en saco roto, Bofarull recomienda practicar el modelo ‘moonshot thinking’, que se basa en buscar aquellas innovaciones que impacten diez veces más en el negocio, obligando a las organizaciones a pensar desde cero su modelo de negocio; a pensar en clave de problema y no de producto; y a mirar más allá de la competencia, los activos y los clientes, con el fin de reducir los puntos ciegos y visualizar “las disrupciones que se producen fuera de los márgenes de la industria”. 

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