El consumidor ha muerto. ¡Viva el prosumidor!

El término prosumidor alude y resume una nueva realidad creada por Internet y por el cambio radical que ha ocasionado

El término prosumidor alude y resume una nueva realidad creada por Internet y por el cambio radical que ha ocasionado en los usos sociales de la gente. El consumidor actual es también productor y profesional y es muy consciente de su poder. Tal y como señaló Marian Salzman, presidenta de Euro RSCG Estados Unidos, el prosumidor cree tener todo a su alcance y decide si pagar o no un servicio. Por eso rechaza los portales de venta unidireccional y ya prefiere acudir a agregadotes como The Frugal Shopper, que sirven para hacer compras, buscar en toda la Red el producto que el usuario necesita y dónde se vende exactamente.

El prosumidor tiende a la simplificación, “quiere soluciones sencillas, menos proveedores, menos marcas, menos intromisión en su vida, menos confusión y más productividad”.

Por su parte, el ensayista Víctor Gil (Crossumer y Coolhunting) señaló que el prosumidor es el consumidor que va un paso por delante del resto, ya que “desconfía de la comunicación de las marcas porque sus expectativas se han visto defraudadas. Así mismo es difícil de persuadir porque conoce los conceptos y estrategias básicos del marketing y muestra un rol activo en el uso de la TIC para validar los mensajes.”
Esta actitud crítica ha conseguido que las marcas sean cada vez más honestas, hasta el punto de que “el consumidor crítico ha empezado a aceptar la comunicación publicitaria de mejor grado porque la considera más veraz y honesta”. Según Gil, gracias a esta acción de control, los medios y las empresas son más transparentes y creíbles”.

También ha aumentado paradójicamente la desconfianza del prosumidor sobre las opiniones que se encuentra en la Red: “de una presunción de imparcialidad, el prosumidor está yendo a la sospecha de que muchas de las opiniones están manipuladas en Internet, precisamente por la acción de las marcas en el campo de los social media. Como ejemplo, Víctor Gil citó un reciente estudio que muestra que un 20% de los consumidores tradicionales que compran en Internet no recurre a las opiniones de medios sociales sobre bienes y productos porque no se fía de la gente que no conoce o porque cree que son opiniones manipuladas. Este porcentaje aumenta hasta el 44% en el caso de los prosumidores, que piensan que las opiniones son interesadas o están manipuladas por las marcas.