¿Realmente llegamos a imaginarnos cómo será nuestro planeta en 25 años? ¿O en 50? Aunque es difícil saberlo al cien por cien, muchas ciudades lo imaginan y por ello han comenzado a tomar las riendas hacia la sostenibilidad.
Cada vez más, el éxodo del territorio local al cosmopolita es imparable y provoca que las ciudades crezcan a velocidades extremas. Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (mayo, 2018), se prevé que en 2050, más del 70% de la población mundial vivirá en la urbe.
Llegados a este contexto, es importante construir ciudades del futuro (smart cities), más sostenibles y éticas que reduzcan los costes, mejoren la movilidad, la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos.
El Índice de Ciudades Sostenibles, cada año, clasifica a las 100 ciudades globales más sostenibles y éticas según tres pilares, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): las personas, el planeta y el beneficio. En el último estudio (Arcadis, 2018), Madrid y Barcelona se encuentran en el top 30, una posición que demuestra buenas prácticas y el camino a seguir. Mientras que Londres, Estocolmo y Edimburgo lideran el ranking y los esfuerzos por parte de los diferentes agentes de la población se multiplican para hacer de la ciudad, un lugar más eco.
Entre algunos ejemplos, encontramos la iniciativa de Uber en el Reino Unido, quién lanzó el “Plan de Aire Limpio” con el objetivo de ayudar a sus conductores a cambiar sus vehículos por eléctricos. De esta manera, los usuarios del servicio tienen la posibilidad de contribuir aportando una cantidad extra en su tarifa. En Surubaya (Indonesia), la compañía de autobuses municipal puso en marcha un proyecto en el que vendía tickets a cambio de botellas de plástico, consiguiendo recaudar más de 250kg residuos plásticos en un día.
Para finalizar, Mälmo y Växjo, dos ciudades suecas que ya son “ciudades del mañana” gracias a sus avanzadas iniciativas: se rigen por un sistema de reciclaje que paga a los ciudadanos por reciclar, existen lavanderías que evitan el desperdicio de agua, calculando el detergente y agua justo para tu colada y un plan innovador en los supermercados que ahorra poner las etiquetas de plástico a las verduras, frutas, hortalizas…, consiguiendo ahorrar 200 kg de plástico anuales.
Así pues, ¿conseguiremos en los próximos años que Barcelona y Madrid suban posiciones en el ranking?
Patricia Moreno, comunicación en Valores & Marketing.