El debate extendido sobre si prohibir o no la publicidad de los anuncios de la apodada «comida insana» en el transporte público ha hecho mella en Australia, un país en el que, al menos en Adelaida, se plantea que la prohibición entrará en vigor a partir del 1 de julio de 2025.
La propuesta del Gobierno australiano que tiene como objetivo contribuir a reducir el problema de la obesidad no ha resultado del agrado de la Asociación Australiana de Anunciantes, pero tampoco de la Asociación de Medios al Aire Libre, quiénes criticaron estas intenciones de acabar con la publicidad en el transporte público al considerar que no abordan las verdaderas causas complejas de ir en contra del sobrepeso.
En el lado contrario, existen australianos que si consideran que los anuncios de fast food en las marquesinas, kioskos, vallas, lonas y en los laterales de los propios autobuses influencian las preferencias de los consumidores y se dejan notar más en los barrios humildes de menor poder adquisitivo con palabras que incitan a la compra de esta «comida basura» como «disfruta», «sabroso», «tierno», etc.
En base a esta propuesta, Nielsen estima que el 65% de los australianos consideran que las restricciones adicionales son innecesarias y el 74% prefiere que se profundice en la educación sanitaria y en el acceso a alimentos saludables en lugar de estas prohibiciones para que los ciudadanos australianos puedan estar informados y tomar mejores decisiones en su propia alimentación.
Finalmente y según indica Deloitte, los 352 millones de infraestructuras públicas en Australia son mantenidas por la industria del marketing y con la prohibición de los anuncios de comida rápida en los transportes públicos las inversiones de los mismos podrían verse afectadas.