Amazon, en el punto de mira por su política antisindical

Los empleados del centro logístico de Bessemer, en Alabama, han votado en contra de formar el primer sindicato de la compañía en Estados Unidos, la segunda mayor marca empleadora del país. Pero el resultado a favor no está exento de polémica.

A pesar de ser la segunda mayor marca empleadora en Estados Unidos, con algo más de dos décadas de actividad, los empleados de Amazon en el país norteamericano no cuentan con representación sindical. Y así seguirá siendo, al menos, por el momento, ya que finalmente, los trabajadores del centro logístico de Bessemer, en Alabama, votaron en contra de la creación del que sería el primer sindicato del gigante del ecommerce. 

Con 738 votos a favor y 1.798 en contra, el resultado se posiciona como una victoria para la empresa tecnológica y un jarro de agua fría para otros empleados de Amazon, que observaban la votación como un posible incentivo para desplegar más movimientos de este tipo en otros centros logísticos del país, y también en Reino Unido. 

En declaraciones a ‘The Washington Post’, el Retail Warehouse and Department Store Union (RWDSU), el sindicato que representaría a los empleados de Amazon en Bessemer, señaló su intención de recurrir los resultados ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales, ante las prácticas que podría haber realizado la compañía para convencer a los empleados de votar en contra de la sindicalización y durante su jornada laboral. 

La organización sindical habla, en concreto, de haber abordado en los últimos meses a los empleados del centro logístico con mensajes de texto y folletos en los baños; organizado reuniones obligatorias para los empleados donde mostraba vídeos y presentaciones que denigraban la sindicación; o lanzado una web antisindical – la extinta doitwithoutdues.com- en la que desanimaba a los trabajadores a unirse al movimiento sindical. 

“Es fácil predecir que el sindicato dirá que Amazon ha ganado las elecciones porque intimidamos a los empleados, pero eso no es cierto”, ha señalado la compañía en su blog corporativo. “Nuestros empleados han escuchado más mensajes anti-Amazon de sindicatos, políticos y medios de comunicación que de nosotros. Y Amazon no ha ganado – nuestros empleados han decidido votar en contra de formar un sindicato”. 

De igual modo, ha recordado que el salario base de los empleados de la compañía – 15,30 dólares la hora-, es mayor que el salario mínimo federal, situado en los 7,25 dólares, y que los trabajadores cuentan con seguro médico y dental y un plan de pensiones. 

Garantizar la rotación de plantilla

A pesar de que en Europa, la plantilla de Amazon cuenta con representación sindical, al otro lado del Atlántico, la compañía ha trabajado durante más de dos décadas para mitigar posibles intentos de sindicalización por parte de los trabajadores de sus centros logísticos. Un esfuerzo que, según antiguos ejecutivos de la firma de ecommerce, responde al temor de la empresa de que se asienten normas que limiten su capacidad de contratar y reducir plantilla en función de la demanda, que suele variar a lo largo del año. 

Coincide Robin Gaster, profesor de la Universidad George Washington y autor del libro Behemot, la subida de Amazon: poder y seducción en la era de Amazon, quien prevé que el recurso que presentará el RWDSU podría resultar un esfuerzo en vano, ya que la Junta Nacional de Relaciones Laborales está dominado por una mayoría de vocales republicanos nombrados por la Administración Trump y más favorables a los intereses de la compañía. 

Acciones de espionaje

El esfuerzo de Amazon por sofocar los intentos de los empleados de crear un sindicato también se ha reflejado en los documentos a los que tuvo acceso el diario ‘Motherboard’ el pasado noviembre, y en el que se informaba de la monitorización que realiza la empresa de Jeff Bezos de la presencia de sindicatos, huelgas y protestas en sus almacenes desde su Centro Global de Operaciones de Seguridad (GSOC)

Dicho centro se encuentra en Seattle, en la sede central del gigante de ecommerce, y en él trabajan antiguos analistas militares, que se encargan de rastrear la posibilidad de formarse protestas o sindicatos, mediante acciones como la creación de perfiles falsos en las redes sociales para investigar a los empleados que lideran manifestaciones. 

Esta acción, además, se realiza para los centros de Estados Unidos, pero también para Europa, tal y como se observó en septiembre de 2020, cuando se supo que Amazon buscaba dos analistas de inteligencia entre cuyas tareas estaría la ‘monitorización de amenazas’, incluyendo la organización sindical – y que el sindicato UNI, que representa a trabajadores del sector servicios, denunció a la Comisión Europea-.

Una denuncia similar a la que presentó Comisiones Obreras (CCOO) de Cataluña tres meses después y donde se exponía que Amazon había contratado una agencia de detectives para espiar a trabajadores y sindicalistas de la planta de El Prat de Llobregat (Barcelona) para seguir el desarrollo de la huelga de centros logísticos y transportistas de octubre de 2019. 

A este respecto, desde Amazon aseguraron que cualquier actividad que emprenden “está totalmente en línea con las leyes locales y se lleva a cabo con el pleno conocimiento y con el apoyo de las autoridades locales”. 

Preocupación por parte de inversores

No obstante, las prácticas filtradas por la compañía no solo han sido objeto de preocupación por parte de las organizaciones laborales. También por los propios inversores de Amazon. En febrero, un grupo de 70 inversores de la compañía enviaron una carta donde le exigían que pusiera fin a sus prácticas contra los derechos de los trabajadores, al que tuvo acceso ‘Financial Times’. 

En concreto, que cesara “toda comunicación antisindical, incluidas las declaraciones públicas, las reuniones obligatorias, los mensajes de texto, los sitios web, las pancartas publicitarias in situ y cualquier otra forma de contacto con los trabajadores en relación con su libertad sindical”, y recordaba que estaba incumpliendo sus principios de respecto a los derechos humanos que figuran en su propia web. 

Estos inversores representaban cerca de 20.000 millones de dólares en acciones de la compañía, según este mismo diario. Entre tales inversores, se contabilizaron siete fondos españoles: Fonditel B, el Fondo de Pensiones de Empleados de Telefónica España, el Fondo de Pensiones para afiliados de CC.OO, la mutualidad de previsión social guipuzcoana Geroa Pentsioak EPSV de Empleo, el Plan de Pensiones de Empleados de CaixaBank, el Plan de Pensiones de UGT y la gestora VidaCaixa.