Estoy convencido que una buena parte de la audiencia de esta columna ya leyó hace años este esclarecedor libro sobre cómo afrontar el cambio. La cuestión es que a veces los cambios, hasta los más anunciados como la digitalización de las audiencias, se aceleran y hay que saber buscar rápido opciones, saber vivir en el cambio e, incluso, disfrutar o mejorar con ello. Y esto es lo que le ha pasado a la televisión tradicional y especialmente a su llamado Prime Time.
Por un lado, esta aceleración viene por un consumidor hiperconectado con multitud de opciones para acceder a sus contenidos favoritos de una forma menos lineal, a través de distintos dispositivos y en su momentos favoritos; en su “MyTime” no en el “PrimeTime” de otros.
Por otro lado, una mayor oferta de calidad, liderada por Netflix, pero también por otros muchos nuevos actores, que han traído una nueva forma de consumir contenidos, más cortos pero más encadenados y fidelizadores, gracias también a un mayor liderazgo en la producción del mismo.
Y finalmente, por qué no hacer algo de autocrítica.., en los últimos años la TV tradicional ha abusado de contenidos que terminan a altas horas de la madrugada, con bloques publicitarios de larga duración y fórmulas que, si bien funcionaron durante un tiempo, ahora ya no son tan válidas. Y esto no es baladí, estamos hablando de caídas de audiencia en prime time que superan los dos dígitos solo en el último año para muchos targets.
El valor de los grandes eventos en directo seguirá siendo una pieza clave para la TV, pero ya vemos movimientos para ofrecer una producción propia de mayor calidad, reduciendo el tamaño del contenido (algo más costoso siempre) o compartimentando en dos días otros ya existentes, acortando los bloques publicitarios pero incrementando el número de ellos. Lo que no queda claro es si el resultado será siempre el esperado, ya que esta fórmula encarece mucho el acceso a los anunciantes a ese prime time más cualitativo y, por otro lado, habrá que ver el efecto en una audiencia que ve cortado su contenido de forma más frecuente. Claro está que si el contenido es exclusivo y de calidad la audiencia tendrá que pagar ese peaje, pero siempre podrá verlo al día siguiente y ese es el mayor problema, que ya muchos consumidores lo tienen como hábito.
Por ello, debemos explorar nuevas formulas complementarias, pero no necesariamente en la pantalla de TV de nuestro salón. Nuestros anunciantes nos demandan formatos para transmitir sus mensajes con la calidad del prime time, en un contenido profesional de calidad, en el momento preciso y, por supuesto con la calidad de un visionado al 100%, pero sin encarecer el coste final. Algo que si no existe, las agencias de medios estamos obligadas a crear de la mano de los medios y la tecnología, y eso es lo que hacemos.
Texto: David Esquinas Torres, managing partner de Blue 449.