Con este mes termina un año raro. El año en que Marc Pritchard, el capo de P&G, decidió aplicar un recorte drástico a sus inversiones en comunicación digital y no pasó nada. Ni siquiera que alguien pidiera cuentas al señor Pritchard por su mala gestión anterior de las inversiones. Otros grandes anunciantes se movieron en la misma dirección…y tampoco pasó nada.
El año en que Facebook, YouTube y Twitter reconocieron que habían cometido errores en sus mediciones de eficacia publicitaria. Curiosamente todos los errores les favorecían. Y no pasó nada.
El año en que se confirmó que una parte, pequeña pero importante, de la inversión gestionada como programática estaba financiando al Daesh o a sitios que promueven la violencia, la anorexia o el maltrato. Y no pasó nada.
El año en que los bulos tomaron tal fuerza e influyeron tanto en la realidad de nuestras vidas que tuvimos que llamarles posverdad. Y no pasó nada.
El año en que la economía española crecía moderadamente pero la inversión publicitaria no seguía su paso y permanecía plana. Y, para algunos, no pasaba nada.
O sí. Pasaron cosas: las dos grandes corporaciones digitales americanas siguieron acaparando cada vez más inversiones, en un medio cada vez más difícil de controlar.
Se empezó a pensar que quizá es el tiempo de permanencia y no el número de contactos el mejor indicador para Internet. A lo mejor los de la tele no lo habían hecho tan mal.
En España se convocó un nuevo concurso para medidor digital recomendado. Algunos se preguntan si hace falta y qué novedades podría aportar un nuevo medidor.
Los cambios llegan a la televisión con los nuevos operadores y el crecimiento de la televisión de pago pero lo hacen de una manera desigual: mucho más entre los jóvenes, mucho más en dispositivos diferentes al televisor del hogar. Y, al menos para la medición oficial, esos cambios son lentos.
El papel siguió sufriendo su particular calvario, sin dar con la tecla que le ayude a resurgir.
Nos espera un 2018 muy interesante…en el que, muy probablemente, seguirá “sin pasar nada”.
Eduardo Madinaveitia