Henry Kissinger acaba de cumplir cien años. Fue Secretario de Estado en Estados Unidos durante ocho años, hace casi medio siglo. Pero entonces y después ha sido, seguramente, el político más influyente del siglo XX y principios del actual. Veo que a su edad sigue siendo consejero de varias empresas y de personalidades políticas y cuando escucho sus opiniones me maravilla su lucidez.
Ha superado en 35 años la edad en la que la mayor parte de las personas son excluidas de la sociedad. En muchos casos lo son de forma voluntaria, incluso muchos están deseando que llegue la fecha de la jubilación. Pero no es así para todo el mundo.
Aún más, hay muchas personas que, mucho antes de esa edad ya no encuentran sitio en las compañías. Creo que ni la sociedad, ni la mayor parte de las empresas, están en condiciones de prescindir del talento y la experiencia de tantas personas que tienen mucho que aportar y siguen teniendo ganas de trabajar, tengan la edad que tengan.
Hace ya casi siete años recopilé en un libro (JubilARTE, el arte de jubilarte) los testimonios de cuarenta personas que se planteaban de maneras muy diferentes su separación, o no, del mundo laboral. Muchos de ellos eran publicitarios ilustres (Miguel de Haro y Manolo Carbajo, tan vinculados a IPMARK; Julián Bravo, Carlos Lamas, Jesús María Moreno, Juan Ramón Plana, Manolo Verdura, Juanjo Azcárate, Tito Pérez Solero,…) muchos otros no. En el prólogo del libro ya destacaba yo la creciente importancia económica de este grupo de población, con unos ingresos estables, en general sin hipotecas y con una alta capacidad de consumo y ganas de disfrutar de la vida. Más aún tras la crisis económica de 2008, que tantos problemas trajo a los más jóvenes.
Ni la sociedad ni la mayor parte de las empresas están en condiciones de prescindir del talento y la experiencia
Más recientemente mis amigos de Presidentex (Agustín Medina, Fernando Herrero, Paco González y, de nuevo, Juan Ramón Plana) se han fijado en este grupo de población y su potencial económico y publicitario; incluso publicaron un libro interesante Silver Economy, en el que destacan de nuevo el peso de los senior en la economía. Desde el punto de vista de la comunicación publicitaria se fijaron sobre todo en los medios más tradicionales, primero en la Televisión y, en los últimos meses, en la Radio.
Pero los senior no sólo son interesantes para los medios tradicionales.
A finales del pasado año ComScore y el diario digital 65YMÁS me invitaron a colaborar en un estudio sobre los senior en el mundo digital. No puedo decir que los resultados sean sorprendentes: Internet y los inicios de la digitalización llevan ya treinta años entre nosotros; los seniors de ahora tenían entonces poco más de treinta años; si trabajaban en una empresa medianamente puntera, o si ellos mismos estaban dotados de cierta curiosidad, llevan treinta años en entornos digitales. No son nativos, pero conocen bien el lenguaje y su ritmo de evolución.
Los senior no solo son interesantes para los medios tradicionales
Por si fuera poco, hace tres años todos nos vimos obligados a hacer una inmersión exhaustiva en las nuevas técnicas de comunicación. Si alguno no estaba aún en un grupo de whatsapp en el que compartir fotos de los nietos, tuvo que entrar rápidamente en el mundo de la videoconferencia para mantener la comunicación con la familia y los amigos. Los senior son ya muy digitales; son el grupo en el que la transformación crece con más fuerza.
En la presentación del estudio, el ministro Escrivá repasó los diferentes tipos de jubilación, entre ellos la demorada, que pueden ayudar a adaptar los años de vida a las necesidades de las empresas y de sus empleados más senior.
Busquemos la fórmula.
No tiene sentido que las empresas y las marcas olviden o prescindan de un grupo tan numeroso de personas de talento, experiencia y capacidad de consumo.