Sin duda es un objetivo que siempre han tenido en mente los anunciantes y agencias de todo tiempo y lugar, que sus mensajes sean valorados, reconocidos y apreciados por los consumidores, pero su consecución no depende tanto de foros y debates como del compromiso real y efectivo por conseguir desterrar las campañas engañosas, chabacanas, ofensivas, sexistas y hasta inmorales que todavía siguen surgiendo de vez en cuando. Es cierto que no suelen partir de los grandes anunciantes asociados en la AEA, y que la labor de Autocontrol de la Publicidad ha ido sentando bases cada vez más sólidas, pero estamos todavía muy lejos de lograr una publicidad que se pueda defender en conjunto clara y contundentemente.
Los peores anuncios y empresas. De hecho, la asociación de consumidores Facua acaba de elegir a Movistar peor empresa del año por segundo año consecutivo, en fuerte disputa con Vodafone, demostrando que las telecomunicaciones siguen siendo un terreno abonado para el maltrato a los usuarios. Tampoco hay mucha sorpresa en la peor campaña del año según esta asociación, el de los pagarés de Nueva Rumasa, ya que anunciaban un holding en realidad inexistente, aunque es cierto que en alguno ofrecían como garantía las barricas llenas de brandy Garvey sin vender que Ruiz Mateos tiene en Jerez. Vamos, que los seguidores de Superman “yo te pego leche” quizás puedan cogerse una enorme cogorza a cuenta del dinero prestado a la familia. Y otro dato, en este caso ajeno a la Facua: Google ha anunciado que está incrementando sus controles para los anuncios falsos, al tiempo que reconoce implícitamente que se siguen colando fácilmente siempre que paguen la tarifa.
“Yo, sigo”. De vuelta a la AEA, no será por falta de insistencia y dura defensa de causas que parecen perdidas, pues mantiene su batalla contra la desaparición de la publicidad en TVE, ahora apoyándose en la denuncia de la Comisión Europea sobre la financiación de RTVE, en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo. El problema es que la vuelta atrás se antoja prácticamente imposible, pues ni siquiera el PP, que suele apoyar cualquier tema que pueda atacar al gobierno, parece dispuesto a plantearlo y enfrentarse a las televisiones privadas, cuyos ingresos publicitarios han crecido sustancialmente incluso en una etapa tan dura. Eso sí, la otra batalla, la posible retirada de la publicidad de las autonómicas, no parece tampoco que se plantee en absoluto a corto o medio plazo.
Aniversarios. Coca-Cola cumple 125 años con un spot de 125 segundos en el que repasa su historia junto a los principales acontecimientos del siglo y cuarto de vida de la marca. Más tímidamente pero más cercanos, los Conguitos también celebran cumpleaños, en este caso el 50, estrenando una nueva imagen más moderna y actual. A mí ya me sorprendieron cuando empecé a ver los conguitos con la marca impresa en cada uno, y ahora anuncian un montón de cosas para conmemorar su medio siglo. Enhorabuena a las dos marcas.
Ampliaciones de plazo. No creo que engañen a casi nadie las sucesivas ampliaciones del plazo de inscripción en casi todos los festivales, comenzando por Cannes y el Fiap, claros indicadores de que no será por cuestión de exceso de participación. Y es que invertir el dineral que exigen por las inscripciones se hace cada vez más problemático para la mayoría de las agencias, además de que resulta como poco criticable cuando se siguen recortando sueldos y plantillas.
Perder la cuenta. Las redes sociales, dígase Facebook o Twitter, siguen siendo tan novedosas que muestran a diario las dudas y problemas de su utilización en la comunicación comercial. Todos recuerdan el fiasco del nuevo logotipo de GAP tras las protestas de unos cuantos usuarios del feisbuk, o las meteduras de pata de David Bisbal con el Twitter. La última, que resulta hasta graciosa (salvo para ellos, supongo), es la pérdida de la cuenta de Chrysler por la agencia New Social Media, tras escribir un empleado el comentario: “Me parece irónico que Detroit sea conocida como la ciudad de los coches y todo el mundo conduzca tan jodidamente mal#motorcity”. Aunque dicho gracioso fue despedido fulminantemente, la marca de coches entiende que le perjudicó gravemente. Y es que con las redes no se juega, aunque sean sociales.