“Mi manera de ver y sentir el arte tiene mucho en común con la visión expuesta por Gao Xingjan (1940, Ganzhou, China. Pintor y escritor, Premio Nobel de Literatura, 2000). Según sus palabras ‘la tragedia artística de nuestra época se evidencia en que la búsqueda de la forma y la investigación de la materia se han convertido en el arte en sí’. Sus palabras confirman mi visión de que el arte se ha quedado en la superficie. Que los avances tecnológicos y los nuevos medios de comunicación, como los procesos digitales y multimedia, nos condujeron a considerar la estética y el objeto virtual como arte. Hoy, cualquier persona que maneje bien una herramienta se convierte en artista, o cualquier objeto puede ser considerado como arte dependiendo de su contexto.
No es mi objetivo discutir las nuevas herramientas digitales en la mano de los artistas, ni tampoco el arte conceptual. La cuestión que planteo es que ese arte carece de contenido, de ilusión; la realidad ha pasado a ser virtual y ajena al creador. El artista ya no se preocupa en transmitir sus sentimientos, su preocupación es meramente formal y conceptual.
Las tendencias, las modas, las manipulaciones en el gusto que subyacen en el mercado de consumo son algo con lo que he tenido que enfrentarme como objetos instrumentales en la comunicación durante mi trabajo como responsable de imagen en el sector de a publicidad…
Lo que propongo es que lo importante es comunicar. Y este comunicar reside en sentir. Sentir a través de los sentidos que conocemos y sentir a través del alma del artista. Si el arte no está impregnado de vivencia… carece de un lenguaje universal capaz de ser reconocido por todos y se reduce a formas, colores, materiales u objetos”.
Algo así presiento que está sucediendo con los actuales directores artísticos (que no de arte) publicitarios: diseñan sin sentir los contenidos, más preocupados por la forma-espectáculo tecnológica que de comunicar el mensaje visual con un lenguaje universal accesible a un público ajeno a sus esfuerzos estéticos.
Y lo que es peor para los anunciantes: trastocando el producto en simple objeto gráfico lejano al consumidor.