De una parte, la exigencia –digo bien: exigencia– de ingresar unas cantidades que no corresponden a los acuerdos y ofertas manejadas a lo largo de todo el año. De otra, la necesidad de llegar a unos presupuestos y presentar a los accionistas una cuentas más o menos lógicas.
¿Se echa de menos algo en este dibujo? Efectivamente, al anunciante, que sigue en la inopia pensando que su dinero paga la fiesta sin querer darse cuenta de que la pasta de verdad, la que interesa, sale de los medios y no llega gratis, que hay que cumplir.
En los pueblos siempre se ha dicho que no se puede servir a dos amos, así que habrá que preguntarse qué amo tiene más derecho a reclamar obediencia.
Divertido, ¿no?