Los hábitos alimentarios están cambiando en España y en todo el mundo. Por una parte, mostramos un inusitado interés por la calidad gastronómica que ha convertido a España en el cuarto país con más estrellas Michelín del planeta (detrás de Japón, Francia y Estados Unidos, y empatado con China e Italia), impulsando de manera muy importante el turismo y la industria gastronómica en general. Por otra, mostramos una preocupación cada vez más extendida por lo saludable. Esta es la receta que buscamos: que los alimentos estén buenos… y sean buenos. Vivir para comer y comer para vivir… Y que esté al alcance de cada vez más economías, haciendo olvidar progresivamente aquel dicho de Quevedo: “el rico come, el pobre se alimenta”. Hoy, cuando las tendencias food y los talent shows de cocina, con la participación de prestigiosos chefs, han llegado al prime time y baten récords de audiencia, no hay vuelta atrás: la alimentación de calidad ha entrado en todos nuestros hogares.
«Los estilos y los ritmos de vida actuales, la aparición de nuevos alimentos y la abundancia de información están transformando no solo nuestras costumbres, sino también nuestra percepción de la alimentación»
De entrada, debemos resaltar que los españoles estamos orgullosos de nuestra dieta mediterránea, considerada por 76,4% de la población española –la segunda más longeva del mundo, después de la japonesa- como la mejor del mundo, según una encuesta de Sigma Dos para El Mundo de 2019. Una dieta que el 61,9% de la población asegura seguir de manera habitual y que hace que el 83,9% de los españoles considere que sus hábitos y consumos de alimentación son bastante o muy saludables. Y es que los estilos y los ritmos de vida actuales, la aparición de nuevos alimentos y la abundancia de información están transformando no solo nuestras costumbres, sino también nuestra percepción de la alimentación y las tendencias food.
La alimentación ha empeorado
Aunque percepción y hábitos no siempre van de la mano. Por una parte, somos más conscientes de que alimentarnos peor nos puede quitar años de vida. Descuidar la alimentación es un factor de riesgo para la aparición de enfermedades degenerativas como el sobrepeso y la obesidad. Ello explica que el 60% haya reducido el consumo de grasas y de azúcares y de que sigamos culturalmente ligados al aceite de oliva como elemento central de nuestra dieta.
Por otra parte, cuando preguntamos a los españoles si consideran que los cambios en nuestros patrones de vida –menos tiempo para la vida personal, más estrés y dedicación al trabajo– han afectado a nuestra forma de alimentarnos, la cosa cambia: más de la mitad de los españoles (52,2%) creen que la alimentación ha empeorado considerablemente en los últimos años, y son los más jóvenes los que peor percepción tienen.
Otro dato del que ocuparse: El 35,3% de los españoles tiene sobrepeso (un problema que afecta más a hombres que a mujeres) y el 10,9% está en situación de obesidad. Se estima que, de seguir así, la esperanza y calidad de vida de nuestros hijos será peor que la nuestra, rompiéndose la línea ascendente de progreso mantenida hasta ahora. No somos una rara excepción, sino que seguimos el patrón habitual de las economías desarrolladas.
Somos más conscientes que nunca de que una mala alimentación nos perjudica, hacemos lo posible por mejorarla, peor vamos a peor. ¿Las causas de esta aparente contradicción? El ritmo de vida y los precios de los buenos alimentos son las razones más citadas en nuestros estudios. Por resumir: los españoles cocinamos menos, comemos más platos preparados, dedicamos menos tiempo a la compra. Y a pesar de ello, consideramos la gastronomía como un pilar fundamental de nuestro modo de vida.
Apoyo a la economía de proximidad
En este sentido, Sigma Dos hemos creado una línea específica para el sector de la alimentación. Desde el ámbito de la investigación social es mucho lo que podemos aportar al sector agroalimentario: un buen análisis de tendencias food, hábitos y percepciones puede ayudar a las empresas del sector a prepararse para una sociedad que debe hacer frente al desafío de combinar una dieta esencialmente mediterránea, sana (y atractiva desde el punto de vista del sabor), con las obligaciones propias de un mundo desarrollado. Hablamos de conciliación entre la vida laboral y la familiar, pero también debemos atender a otro tipo de conciliación, entre nuestra faceta de productores y la de consumidores, siendo consciente de los riesgos de no cuidar nuestros hábitos alimenticios.
«Hablamos de conciliación entre la vida laboral y la familiar, pero también debemos atender a otro tipo de conciliación, entre nuestra faceta de productores y la de consumidores»
Y en este contexto, ¿cómo ha afectado la pandemia de la Covid-19 a nuestros hábitos? Suele decirse que la pandemia ha acelerado algunas tendencias ya presentes en nuestra sociedad. Sin duda, esto es cierto en cuanto a la preocupación por la dieta sana. Pero también ha introducido elementos nuevos, como la preferencia por el producto de origen nacional, en la idea de que mediante este consumo se apoya a la economía de proximidad.
Por poner un ejemplo, para un estudio realizado por Sigma Dos para Provacuno, obtuvimos que más del 90% de los españoles (sin diferencias entre edad, sexo, condición económica, etc) valoran bien o muy bien que los supermercados y grandes superficies apoyen el consumo de carne de vacuno español. Es fácilmente deducible que este apoyo puede extrapolarse al conjunto de alimentos de procedencia española. Este mismo estudio relevaba que también cerca del 9 de cada 10 españoles consideraba que el mantenimiento del sector agroalimentario era un antídoto eficaz contra la “España vaciada”, permitiendo que muchos pueblos se mantengan habitados. Por último, detectamos un incremento de cinco puntos en las personas que, como consecuencia de esta situación inédita, han empezado a realizar sus compras por Internet.
En definitiva: las nuevas preocupaciones, tendencias y pautas de sensibilización social han llegado ya al mercado alimentario. Adaptarnos pasa por analizar y comprender con detalle la complejidad de una sociedad cada vez más concienciada de la importancia de las dietas para tener una buena salud, más exigente con los estándares gastronómicos alcanzados en los últimos años en España, más informada y con más habituada a trabajar y consumir por Internet.