El hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim acaba de reivindicar una semana laboral de solo tres días, con once horas de trabajo cada jornada, aludiendo a que este modelo podría servir para disminuir los enormes índices de paro globales “y dedicar los días libres a la familia, a innovar, cultivarse o a crear”. ¿Podría ser esta una vía de escape a todos los problemas que tenemos los que trabajamos en publicidad?
A lo largo del este mes, la mayoría de los profesionales de la publicidad y el marketing volverán a sus puestos de trabajo poniendo fin a las vacaciones de verano para encarar otro año muy complicado para la profesión. Sin embargo, lo que aparentemente son solo unos pocos días para desconectar, acaba suponiendo un autentico drama para muchísimos de ellos, que afrontan la llegada a sus puestos de trabajo como si de una maldición bíblica se tratase, por lo que puede ser un buen momento para cuestionarse el porqué de este inconveniente teniendo en cuenta que gran parte de ellos han estudiado marketing, publicidad o creatividad en la universidad, han completado su formación con MBA en alguna universidad privada o en una escuela de negocios y en definitiva, han gozado del privilegio de poder decidir su carrera profesional de manera preferencial.
Previamente hay que reconocer que las condiciones laborales del sector cada vez son más difíciles: nadie se marcha de la agencia hasta bien entrada la noche, cuentas problemáticas con modificaciones de última hora o briefings tardíos a resolver en tiempo record… Si a eso unimos la delicada situación del sector debido a la crisis económica y como consecuencia la continua amenaza de despidos flotando en el ambiente, una constante depreciación económica incluso en puestos de cierta responsabilidad ejecutiva y un ritmo de producción absolutamente frenético falto de cualquier tipo de planificación a medio y largo plazo, nos encontramos con que sólo con esa voluntad vocacional se puede sobrellevar el día a día de la profesión manteniendo cierta ilusión y motivación.
“Cansado», «aburrido», «monótono» o «estrés» son las palabras más suaves mencionadas constantemente en las conversaciones entre compañeros de profesión cuando hay que referirse al estado general de nuestro sector en estos momentos. Como consecuencia de este deprimente estado de opinión, cada vez más profesionales aborrecen su agencia y detestan su profesión. La falta de ilusión y de interés por el trabajo se va haciendo más notorio en el día a día y el cansancio se va acumulando, por lo que cada vez menos creen en lo que hacen, pero siguen fichando cada lunes, resignados ante la falta de expectativas profesionales no ya solo en sus agencias, sino en todo el sector, consideraciones pesimistas que van conformando un alarmante estado de insatisfacción colectiva.
¿Podemos revertir esta situación y volver a ser un sector en alza, ilusionado y motivado, seguro de sus posibilidades futuras y dotado de una cultura organizacional más sensata y constructiva? Sin duda, pero todos debemos ponernos manos a la obra para conformar esa prometedora nueva agencia más ilusionante y divertida, capaz de aunar la parte más inspiracional y creativa con la más rigurosa y eficaz, basada en una estrategia más precisa y ajustada a la realidad del momento, buscando el compromiso de todos sus componentes de una forma más real y transparente, buscando volver a ser un referente empresarial de frescura, imaginación y creatividad y abandonando toda motivación empresarial guiada por el miedo, conformando una agencia motivada por lo que desea, y no por lo que teme. Sólo actuando de esta forma podremos evitar que los profesionales renieguen de su puesto de trabajo cuando concluyan las vacaciones y no regresen deseando crear una nueva planificación, resolver un briefing o diseñar una nueva creatividad.
* Por Jose G. Pertierra, director de arte de Clicknaranja.