Fragilidad social y cultural, porque de un día para otro aquellos valores, creencias y sistemas societarios dejan de estar vigentes y se transforman radicalmente. Sólo tenemos que volver la mirada hacia los pueblos árabes; observar cómo ha evolucionado la forma de manifestarse de la población gracias a las redes sociales o cómo una organización llamada Wikileaks ha ocasionado considerables grietas en algunos gobiernos perfectamente asentados.
Pero, también, y de manera decisiva, fragilidad de los mercados. Estamos viviendo la que ya ha sido considerada por algunos expertos como una de las peores crisis económicas de la historia a nivel mundial. Sectores sólidos y que, a priori, parecían imbatibles, ven como sus cimientos se tambalean y temen que la recuperación será más dura y lenta de lo previsto. Otros, ni siquiera tendrán esa posibilidad de emerger de nuevo y están abocados a elegir entre la reconversión y la
desaparición total.
Y en medio de este oscuro, o para no ser pesimista, revuelto escenario, queda eso que llamamos economía digital y, en concreto, Internet, que paso a paso ha sido capaz no sólo de sortear la coyuntura negativa, sino que apunta buenas maneras: crecimiento, nuevos campos de actividad, nuevos públicos, más segmentación, mayor globalidad…
De ahí que la creación de la Red de Empresas Digitales (REI) sea la consecuencia natural de una evolución económica y social. La REI pretende representar los intereses de las empresas que desarrollan el grueso de su actividad en la Red, en definitiva, de aquellas compañías que se consideran fundamentalmente digitales.
Nuestra organización pretende, además, impulsar el crecimiento de Internet en España y defender, al mismo tiempo, los intereses de un colectivo de empresas que se dedican al desarrollo de contenidos en su sentido más amplio y que, hasta este momento, no se veían representadas en ninguna de las organizaciones profesionales y empresariales existentes en nuestro país.
Para la REI, Internet es más que una red de transporte de información. Es un medio de comunicación en sí mismo. Sin embargo, todavía son muchas las instancias que no lo reconocen como tal. A partir de esa concepción, creemos que debería desarrollarse como un nuevo actor dentro del tejido productivo español. Consideramos que sería una buena alternativa como dinamizador económico, como contrapartida a la crisis. El desarrollo del futuro no puede estar liderado sólo por las empresas del pasado. Para lograrlo, España necesita incorporar modelos de negocio adaptados al siglo XXI, y una Red, libre y plural, es una condición indispensable.
En este sentido, la neutralidad de la Red y un mercado libre y abierto, con una regulación mínima que garantice un funcionamiento correcto, son dos de los principales elementos que nos permitirán conseguirlo. Porque únicamente de esta forma, aseguraremos el respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos, entre los que destacan la defensa de su privacidad o el acceso a Internet sin discriminaciones de ningún tipo.
Todos estos objetivos serían inalcanzables sin la colaboración activa de las Administraciones públicas. Necesitamos que la Administración abra completamente los datos de la información que genera a ciudadanos y empresas. La REI cree en un gobierno transparente. Y esa transparencia redundará en un positivo beneficio para los negocios y la democracia.
Pero además, es de vital importancia que la legislación vigente en nuestro país y, por supuesto, su aplicación práctica, no nos deje en inferioridad de condiciones frente a la competencia, que en un mundo tan globalizado como el actual, proviene de cualquier rincón del planeta, ya que los mercados no conocen fronteras, ni geográficas, ni políticas y, ni siquiera, culturales.
Por último, consideramos que el papel de la ciudadanía en el progreso y crecimiento de la economía digital es definitivo. Debemos fomentar, entre todos, tanto representantes del ámbito privado como público, el uso y adopción de las nuevas tecnologías como un elemento indispensable de la vida cotidiana. Internet ha llegado para quedarse. Sus beneficios superan con creces los posibles inconvenientes que pueda ocasionar. Información y formación son los ingredientes de una sociedad conectada y, por tanto, del germen de una nueva economía, de un nuevo mundo.
(*) Mario Tascón es presidente de la Red de Empresas Digital.