Tan drástica como inesperada. El sector publicitario, capitaneado por la Asociación Española de Anunciantes, con el apoyo de otras asociaciones profesionales (AEAP, AGEP, AM, FNEP, con la catalana Asociació Empresarial de Publicitat,), ha removido Roma con Santiago, ha razonado los perjuicios de tal medida, a través de comunicados y de gestiones directas con Moncloa. Rien de rien.
Donde hay un perdedor hay inexorablemente un ganador. Las televisiones privadas son las grandes beneficiarias de tal medida, que esperan, relamiéndose los labios, un trozo mayor de la tarta publicitaria. La Bolsa se ha sumado al gesto del Gobierno porque las televisiones privadas han visto superadas sus antiguas aspiraciones de reducción paulatina de los tiempos dedicados a publicidad en la cadena pública. Lógico. A nadie le amarga un dulce y la Bolsa ha premiado la medida gubernamental con las mayores subidas del día (Prisa se revalorizó un 17%; Antena 3, un 9%; y Telecinco, un 7%). Lo mismo que ocurrió el día de la aparición, el 20 de febrero, del decreto ley que permite la fusión de televisiones privadas, con el objetivo de “fortalecer financieramente a las empresas de televisión”, según el Gobierno. En aquella ocasión, el porcentaje de subidas en la Bolsa fueron también notables.
Rebus sic stantibus los anunciantes tendrán que aceptar los hechos y adoptar las soluciones más beneficiosas para emitir con eficacia sus comunicaciones comerciales, que en unos casos tendrán que ser vía televisión y, la mayoría de las veces, a través de otros medios que les permitan el rescate de sus inversiones. Las agencias de publicidad y las de medios deberán hilar más fino en sus planteamientos y planes de medios. El concepto de los 360 grados puede pasar de ser una quimera a convertirse en herramienta útil de trabajo.
El tiempo dirá quién tiene la última palabra. Si el BOE o el mercado.