A pesar de los avances realizados por las compañías en materia de sostenibilidad, todavía los esfuerzos medioambientales impulsados desde los consumidores son reducidos. Y ello que se ha avanzado, como muestra la caída de un 86% de las emisiones de CO2 en los últimos veinte años.
El dato lo aportó Mateo Cusí, business developer de UAP, en una mesa redonda moderada por Julián Garvín, coordinador general de Kiss Media, en Metaworld Congress, el foro tecnológico celebrado en Madrid los días 10 y 11 de abril, donde se recordó que la tecnología ha ayudado a avanzar en materia de sostenibilidad.
“La tecnología nació y se convirtió en el problema del impacto, y ahora nos puede ayudar a solucionarlo”, expuso Pablo Valverde, CMO y cofundador de Crowmie. “La inteligencia artificial (IA) o los gemelos digitales son tecnologías que permiten procesos más eficientes que ayudan a avanzar en sostenibilidad”, añadió Cusí.
Pero todavía existen invenciones en las que no se tiene en cuenta esta huella medioambiental, como señaló Diego Fernández, CEO de Gellify Iberia, apuntando en concreto a la IA, con el alto consumo energético que realizan los servidores que la sustentan. “Ahí es donde hay que enfocarse: cuando inventes algo, debes ser consciente de que debe ser sostenible”, indicó.
Existen invenciones en las que no se tiene en cuenta la huella medioambiental, como la IA, con el alto consumo energético que realizan los servidores que la sustentan
Parte responsable de esta mayor concienciación verde en el terreno empresarial deriva de la regulación europea y los horizontes de descarbonización tan cercanos en el tiempo. “Esto ya está aquí, aunque no es fácil”, aseguró Fernández, sobre todo, para industrias como la de la Moda y el alto consumo de agua que realiza, y las empresas grandes, añadió Pirmin Trisner, cofundador y CFO de Allesera. “Con startups que empiezan diciendo que quieren ser sostenibles, es más fácil”, apuntó.
Mayor concienciación en el consumidor
Un caso aparte es el consumidor, ya que, a pesar de su mayor conciencia y exigencia medioambiental, a la hora de comprar sigue descartando opciones ecológicas y de menor impacto. “A todo el mundo le parece muy bueno lo ecológico, pero no quiere gastar más”, afirmó Trisner, añadiendo sin embargo que con la tecnología es posible “competir en precio y en eficacia”.
Una de las compañías participadas por la firma de venture capital que cofundó, Floop, busca, precisamente, atraer al comprador a la droguería ecológica, que no llega a popularizarse por su alto precio, con productos de limpieza ecológicos a un precio más bajo. Una manera de incentivar al comprador a optar por artículos más sostenibles: “Hay que cambiar hábitos, pero también crear incentivos”, aconsejó Trisner.
El mensaje está muy politizado y la sostenibilidad es un tema que no tiene color político. Y eso impacta también en el consumidor a la hora de elegir un producto sostenible
Para Mateo Cusí, de UAP, la menor práctica sostenible del consumidor responde a un tema de educación, ya que “no se lo cree, porque no le afecta”. Su compañía, dedicada a crear marquesinas publicitarias que purifican el aire de la zona en la que se sitúan, tiene un trasfondo sanitario. “Hay estudios que relacionan la calidad del aire con enfermedades. Hay que ser conscientes de que el problema no es solo medioambiental, sino que afecta a la salud. Cuando entendamos eso, la evolución será más rápida”, aseguró. Coincidió Diego Fernández, de Gellify: “A las empresas las pueden multar, pero a nosotros nos tiene que cambiar el chip”.
Para Pablo Valverde, de Crowmie, ayudaría que el tema de la sostenibilidad dejara de ser objeto de apropiación política. “El mensaje está muy politizado y la sostenibilidad es un tema que no tiene color político. Y eso impacta también en el consumidor a la hora de elegir un producto sostenible”, sentenció.