Sintomatología

Pues bien, estamos en una época propicia para seguir la evolución de los síntomas de la crisis, larguísima relación que

Pues bien, estamos en una época propicia para seguir la evolución de los síntomas de la crisis, larguísima relación que me obliga a centrarme en los tres que considero más comunes:
1. Todo el mundo ha vuelto a las raíces de la gastronomía tradicional y las comidas se celebran “en un sitio que he descubierto que está fenomenal, chico: menú de 10 euritos y comes como en casa de tu madre, ya verás”. Esto te lo dice el que jamás en su vida había entrado en un restaurante de menos de 80 euros cubierto.

2. Lo de gastarse el dinero en el coche es la peor inversión del mundo. Las conversaciones ya no están dominadas por los caballos de potencia, los navegadores de última generación y otros avances tecnológicos. Ahora los coches han vuelto a ser unas simples máquinas que nos llevan de un sitio a otro. En boca del que no se montaba en nada que no tuviera un mínimo de 200 caballos, es preocupante.

3. ¿Para que me voy a mover si estoy mejor en casita? ¿Yo? ¿Ponerme en caravana como un pringao para meterme en un apartamento mal acondicionado sin ver la playa? Quita, hombre, quita. Mejor en mi casa, con mis libros y mis amigos del barrio para jugar al mus y que otro pase calor en Gandía. ¿Te acuerdas de las turradas que te pegaba con las paellas de chiringuito, lo bien que se lo pasaban los niños en la playa y lo rápido que se llegaba por la R no se cuantos?
Mientras la población siga presentando esos síntomas, crisis habemus.

Feliz verano y ya sabéis: como en casita, en ningún sitio.