Según planea Francia, esto permitiría a las compañías operadoras de servicios de acceso a la red disminuir sus tarifas, lo que implicaría una mayor accesibilidad a los servicios de Internet para todos los núcleos de población. Si dicha reducción de costes en las conexiones a Internet fuera una realidad, al menos contaría con algo de sentido porque, si no, ¿qué utilidad tendría esta propuesta en el mercado español o en cualquier otro mercado europeo?
En España, la publicidad online dista aún bastante de la tradicional, a lo que hay que sumar que las conexiones de red son más caras y de menor calidad comparada con otros países.
Además, y al margen de la superación de la crisis económica actual, el siguiente paso, el paso inminente, debería ser el poder de adaptación de las empresas españolas al entorno de Internet y por qué no, generar confianza entre los usuarios ante las transacciones online. La mayoría aún no se ha percatado de la importancia de Internet para darse a conocer y para comprar, y sigue todavía unos hábitos, un modelo de negocio y publicidad tradicional.
Por ello, no sólo en España queda mucho por andar en el tema del mundo online, queda mucho por crecer, y por consolidar. Así como fomentar la confianza online y el comercio electrónico, motivos más que suficientes para que no se corten las alas en un momento en el que aún estamos en el cascarón.