Los amigos de Presidentex andan de gira por España hablando, entre otros muchos temas interesantes, del poder económico de los mayores.
Es cierto que hay muchos viejecitos cobrando pensiones mínimas y que tienen serias dificultades para llegar a fin de mes, pero en esta economía de la precariedad que nos trajo la crisis de 2008, una gran parte de los jóvenes están en esa misma situación, o aún peor, con ingresos que apenas llegan a los mil euros, con los que no pueden pensar en comprar un piso o un coche, ni en emanciparse, ni,…O sea, con una capacidad de consumo muy escasa.
Eso nos lleva a que, en el otro extremo, hay muchas personas mayores que, además de cobrar una buena pensión, ya han amortizado sus mayores gastos y tienen unas altas posibilidades de consumo, mucha vida por delante y muchas ganas de disfrutar de ella.
Hemos visto en fechas recientes como la campaña ‘Soy mayor, no idiota’, promovida por el médico jubilado Carlos San Juan consiguió en pocos días más de 600.000 firmas y, lo que es más importante, la reacción de las autoridades y de algunos bancos.
Los mayores de 60 años tienen más dinero en el banco y más capacidad de consumo que los menores de treinta.
Y sin embargo los mayores son, somos, los grandes olvidados por las campañas publicitarias. Es un clásico que podía tener sentido hace algunos años, cuando la situación era diferente. Pero ya no vale sólo decir que se está trabajando para el futuro, regando a los consumidores de mañana.
En estos tiempos en los que parece mirarse sólo el corto plazo no tiene sentido olvidar a uno de los mayores grupos de consumidores del presente
Hace ya cinco años publiqué, con los testimonios de cuarenta personas de diferentes procedencias, pero con un peso importante del sector publicitario, el libro JubilArte, con el que pretendíamos llamar la atención sobre ese momento de la vida en el que cambian tantas cosas y en el que, sobre todo, aumenta la disponibilidad de tiempo.
Pasan los años, la vida sigue y el grupo de los mayores, crece en tamaño y en capacidad relativa de gasto y de consumo. Pero la atención que se le presta se mantiene constante, en cotas muy bajas.