El mundo del marketing está en constante cambio y tras el parón veraniego, los últimos meses del año pueden ser un buen momento para empresas y marcas que quieren reinventarse, y con ellas, sus campañas para conseguir incrementar las posibilidades de retener a clientes actuales y atraer a nuevos.
En este sentido, apostar por campañas 360 puede ser una buena opción. Desde el comienzo de la pandemia, poco a poco la línea entre lo físico y lo digital se ha ido difuminando cada vez más, y los consumidores recurren, independientemente, al soporte físico y digital para conocer nuevos productos o promociones, lo que convierte en casi una obligación, innovar en la forma de contactar con ellos.
Esta actual situación de omnicanalidad en la que viven los consumidores hace indispensable recurrir a estrategias de marketing híbrido donde las promociones direct to consumer pueden convertirse en el mejor aliado para acercarse a los clientes actuales y potenciales.
Para establecer qué tipo de acción desarrollar, el primer paso es conocer al consumidor al que la marca quiere dirigirse. Cómo es o cuáles son las principales características que lo representan, es decir, definir el perfil de cliente será una de las claves en las que basar la campaña que se decida poner en marcha para que resulte un éxito. Una vez establecido el buyer persona, el siguiente paso es determinar qué acciones se llevarán a cabo. Para ello, las marcas pueden optar, por ejemplo, por el gaming. Una nueva forma de sacar partido a la tecnología que permite a empresas y marcas promocionarse en el mundo digital a través de los videojuegos que suelen desarrollarse en las redes sociales. De este modo, se logra conectar con los clientes y recabar información sobre ellos, pero también, como dar una imagen amable de la marca o compañía.
Entre las opciones que ofrece el gaming se encuentra el advergaming o la creación de un videojuego. Apostar por esta fórmula permite a las marcas crear dinámicas originales para conseguir la notoriedad que buscan y mejorar el engagement con los clientes. Estos juegos elaborados presentan varias ventajas, entre ellas, se logra conectar con el consumidor de un modo no intrusivo, es decir, es el cliente quién decide interactuar voluntariamente con el videojuego. El advergaming también facilita que la marca puede personalizarlo por completo incluyendo su estilo y valores, de manera que el producto final sea único. Por ejemplo, una marca de automóviles puede desarrollar una carrera virtual en la que el premio final sea un coche de su marca o una cadena de restauración invitar a sus clientes a recrear su propio restaurante donde los jugadores preparen sus platos preferidos. Las posibilidades que ofrece la creación de un videojuego son infinitas, casi al igual que sus ventajas.
En este sentido, este tipo de juegos resultan muy atractivos para los consumidores por su componente social y el entretenimiento que ofrecen. La unión de ambos hace que la marca pueda tener el cóctel perfecto para que los jugadores decidan compartirlo en sus redes sociales, y, por tanto, conseguir que se viralice de una forma natural.
Como cualquier campaña es necesario evaluar los resultados. En este caso, medir la efectividad en marketing resulta relativamente sencillo al poder registrar, en tiempo real, las interacciones de los clientes con el juego, el tiempo que pasan jugando, el número de veces que entran o en qué pantalla abandonan la partida. De este modo, la marca podrá saber si realmente se está consiguiendo el objetivo planteado, o no.
No cabe duda de que los videojuegos no son solo cosas de niños y los beneficios para las marcas que se arriesgan a ello están más que demostrados. Por todo ello, ¡es hora de que empiece la partida!