Las redes sociales se han convertido en un escaparate para atraer la atención de los consumidores de perfumes falsificados. Se calcula que el 50% de falsificaciones de perfumería y cosmética se concentran en estas plataformas.
“Las redes sociales suponen un importante escaparate de venta para falsificaciones de productos de perfumería”, asegura Miguel Lorite, teniente de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, que apunta a determinadas páginas web donde estos productos se anuncian bajo la apariencia de productos genuinos.
“La principal recomendación es huir de ofertas que parezcan demasiado atractivas en ciertas redes sociales o webs que no revistan un carácter de operador económico legal”, recomienda Lorite. Todo ello sin olvidar que este tipo de productos deben estar sujetos a unas estrictas normas de fabricación, composición y etiquetado, y las falsificaciones pueden suponer “graves riesgos para la salud del consumidor, por lo que nos encontraríamos, además, ante un delito contra la salud pública”.
Según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), el sector nacional de perfumería y cosmética pierde un 16% de sus ventas anuales por esta problemática, lo que se traduce en casi 1.000 millones de euros al año y la destrucción de 8.000 puestos de trabajo.
Estas pérdidas sitúan a España como segundo país de la Unión Europea más impactado por las falsificaciones sobre la actividad del sector. En el Viejo Continente, dichas pérdidas alcanzan los 4.700 millones, el equivalente al 7,8% de las ventas totales.
Riesgo para la salud
Desde Stanpa recuerdan los riesgos que tienen este tipo de productos, además de los daños económicos y de reputación de marca. Frente a los más de 80 componentes que pueden hallarse en un perfume original, las falsificaciones suelen tener más de 20 o 25, y son en su mayoría distintos. Esto conlleva que en la composición de las falsificaciones puedan encontrarse elementos como el etanol industrial – esto es, anticongelante de automóviles-.
Además, la falta de protección ultravioleta observada en los productos falsificados puede dar lugar a la fotodegradación de ingredientes, generando sustancias de riesgo para la salud del consumidor. En consecuencia, los perfumes falsificados no están supervisados por ningún organismo de control sanitario ni cuentan con supervisión de ningún tipo, lo que deja a los consumidores indefensos ante cualquier eventual problema de salud que puedan sufrir a resultas de su uso.
“Los perfumes falsificados son un fraude”, explica Pilar García, directora técnica de Stanpa, “ya que contienen en su mayoría agua, hasta un 50%. Además, suelen enmascarar la presencia de algunos componentes aromáticos básicos como el geraniol o el citrol en su fórmula, que vienen a sustituir a otros ingredientes naturales, para engañar al consumidor”.
Otra variable más es la responsabilidad medioambiental. Mientras que los fabricantes de productos originales asumen la responsabilidad y los costes de la gestión de los residuos, nadie se responsabiliza de la gestión de los envases de las falsificaciones, lo que genera un volumen descontrolado de residuos.