En la época de la transición y el consenso, los editores también aunamos fuerzas para hacer posible el Estado de Derecho y la modernización de España. Desde entonces, la defensa de la libertad de expresión, sólida base de nuestra actividad, simboliza el compromiso de los editores de diarios con las empresas periodísticas y con la sociedad española.
Han sido muchas las crisis económicas sufridas por nuestros asociados en estos treinta años. La actual es probablemente la primera recesión de alcance global, y en ese sentido ha afectado con virulencia a los diarios de todo el mundo. Sólo el importante esfuerzo de gestión realizado desde la anterior crisis de 2001 por los periódicos españoles, con una importante contención de costes y de reducción de gastos extraordinarios realizada todos estos años, ha permitido minimizar los efectos de la crisis, que, con todo, resultan muy preocupantes.
Las presentes turbulencias económicas de los diarios corren el riesgo de atenuar aún más la notoriedad de la prensa en el panorama mediático nacional, con la consiguiente rebaja de la calidad y la fiabilidad informativas. Pese a los cambios tecnológicos y de los hábitos de lectura, la prensa sigue siendo sinónimo de credibilidad, seriedad y solvencia. Es cierto que hay más información por infinidad de canales, pero eso no significa que haya mejor información.
Más cantidad no es necesariamente sinónimo de mayor calidad. De ahí que el poso de la prensa, el espacio que brinda a la interpretación y el análisis, siga siendo imprescindible. Lo es hoy, y seguirá siéndolo en un futuro próximo en que la convergencia con Internet, más que como riesgo, se confirma como ocasión de aprovechar las oportunidades de las nuevas tecnologías, siempre con la veracidad y el rigor como base.
Ese valor de los diarios como servicio público constituye un rasgo distintivo de la civilización europea. La mayoría de países de la Unión Europea entiende que los diarios son esenciales para el pluralismo y la libertad de expresión, y conceden distintas ayudas indirectas para facilitar la supervivencia de los periódicos. España es una de las muy contadas excepciones del continente, si bien la modernización y la estructura actual de los diarios españoles está claramente influida por las ayudas estatales tanto a la reconversión tecnológica de la prensa como a la difusión y al consumo de papel prensa nacional, que entre 1978 y 1989 representaron algo más de 153 millones de euros.
En las últimas semanas, el asunto de posibles ayudas indirectas a la prensa se ha reactivado tras las medidas que acaban de ponerse en marcha en Francia. Se trata de distintas iniciativas que apoyan el rigor y la calidad de los diarios en Internet, establecen distintas ayudas indirectas y reivindican el valor cualitativo de la prensa en el desarrollo del pluralismo y la sociedad democrática. Buscan potenciar la capacitación de los profesionales, la convergencia multimedia de las publicaciones, la bonificación de la racionalización industrial o la investigación periodística, iniciativas que desde luego rendirían también frutos positivos en España y que desde luego merecen el aplauso de los editores españoles de diarios.
Los franceses que cumplan 18 años disfrutarán de una suscripción gratuita durante un año al diario de su elección. Es una medida ambiciosa, que supone un escalón más en la política francesa de apoyo a la lectura juvenil y a la prensa. Sn primer impulso surgió con las conclusiones del informe Los jóvenes y la lectura de prensa diaria de información política y general, coordinado por el consejero de Estado Bernard Spitz hace ya varios años. Los resultados en este tiempo han subrayado la eficacia de estas iniciativas cuando se aplican con perseverancia, y es probable que ahora lo sean todavía más.
En definitiva, como el príncipe de Asturias tuvo ocasión de destacar en el acto conmemorativo de nuestro aniversario, cuando se fomenta la lectura escolar de prensa, el uso didáctico de periódicos y la colaboración entre instituciones para elevar los índices de lectura sólo pueden resultar cosas buenas, porque cualquier esfuerzo en esa dirección repercutirá en beneficio de los jóvenes y también del futuro compartido de todos nosotros.
(*) Ignacio M. Benito García es director general de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE).