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Pésimo ejemplo porque somos multitud los profesores que desde nuestro estrado docente universitario, público o privado tratamos de defender el

Pésimo ejemplo porque somos multitud los profesores que desde nuestro estrado docente universitario, público o privado tratamos de defender el buen manejo del lenguaje conscientes de que la publicidad no tiene como misión educar pero sí la de no maleducar desde nuestro privilegiado altavoz mediático.

Ya se encarga de ello el lenguaje SMS por el cual tengo que acudir el Diccionario del castellano actual-SMS, de Genie, xra corregir qalkiera ejrcicio y exam (traducido: para corregir ejercicios y exámenes).

Pe de prescriptor perfecto puesto que la en la lista universitaria de sobresalientes cum laude no abundan los futbolistas que, salvo muy escasas y honrosas excepciones, disfrutan de un más que aceptable grado de desconocimiento cultural a pesar de la cantidad de horas libres que disponen para ponerse al día.

Pésimo ejemplo porque en mi asignatura y mis contactos profesionales con los anunciantes –con departamentos de marketing cada vez más nutridos de yogurines ígnaros en el terreno de la comunicación, la imagen y la apreciación del trabajo ajeno–, me esfuerzo (voz que clama en el desierto) en la necesidad de proteger la imagen de la marca como objeto gráfico, signo y señal de identidad, su connotación, el carácter casi cercano al símbolo, y la percepción que proyecta o cómo desea el anunciante que sea percibida, cuidándola como capital tangible; no fungible merced a gracietas creativas. Porque sólo protegiendo la marca es posible dejar de ser un segundón y alcanzar a ver un horizonte de líder.